sábado, 30 de enero de 2010

CAPITULO 46

El humeante café no paraba de dar vueltas, ayudado por la cucharilla. Dani no separaba la vista del líquido marrón, tratando de captar todo su calor. Berta le miraba a él de manera furtiva. Quería hablar con él, pero no le salían las palabras, y todo porque no paraba de pensar en aquella sesión en el cine. Se acordaba de toda la película: de la intrigante escena inicial, la persecución en el aparcamiento, la espantosa muerte del amigo de la protagonista..., pero todo aquello quedó eclipsado por la irrupción, casi al final del film, del asesino, atravesando con una barra el estómago de la amiga de la protagonista. Fue tan repentino que, involuntariamente, gritó, se volvió y abrazó fuertemente el brazo de Dani. No se dio cuenta durante los dos primeros segundos, pero cuando fue consciente de ello, fingió no darse cuenta, pero lo sabía. Ese olor que desprendía Dani, una mezcla acre entre colonia y sudor. Una mezcla que tenía cierto encanto. Todavía aún, después de varias horas, quedaban rastros de ese aroma retenidos en su nariz, más fuertes incluso que el olor del café. Dani la sacó de aquellos pensamientos.

- Berta...,- Berta se fijó en él -. Gracias por el café... Lo necesitaba...

- Bueno... Hacía fresco en la calle, y te quedaste en mangas de camisa... Y pensabas volver a casa, ¿cómo? ¿Andando? ¿Esperando tres horas por un taxi? Si quieres esperar un taxi, espera aquí, en mi casa, que al menos estarás calentito.

Otra vez ese incómodo silencio.

- Dani... He estado pensando...

- Y yo,- le interrumpe Dani. Berta le mira con los ojos abiertos -. Sé que estás enamorada de mí, pero ya conoces mis sentimientos. Es difícil que me cambies, pero, si quieres, podemos ser amigos... Grandes amigos.

- Ya lo sé,- la voz de Berta sonaba decepcionada -. Hace poco que has roto con Elena, te enamoraste de Ángel, y casi mueres por ello...,- una lágrima se asomaba por sus ojos -. Yo ya sé cómo te sientes...

Dani pasa su dedo por el párpado de ella, sonriente. Berta, rápida, sin pensar, toma su mano y, cerrando los ojos, se entretiene sintiendo mil y una sensaciones.

- Berta...,- Dani también estaba a punto de llorar -. No puede ser.

Berta libera su mano y se entristece. Los dos miran sus respectivas tazas.

- Lo siento,- susurró Dani, dudando de si Berta le habría escuchado.

Dani, no soportando más aquella situación, y, sin mediar palabra, se levanta. Al pasar al lado de Berta, ésta le toma suavemente del brazo, pero Dani se libera.

- Por favor, no lo hagas más difícil. No quiero lastimarte,- Dani apenas podía hablar. Comenzaba a echarse la culpa de ser el causante de la tristeza de su amiga.

Dani se dirige a la puerta. La abre. Berta acude junto a él para entregarle la chaqueta. Éste la toma, pero el contacto con la mano de Berta le hace reaccionar separándose, pero se calma y toma la chaqueta.

- Adiós...,- Dani se da la vuelta mientras se pone la chaqueta. Berta, como empujada por una fuerza invisible, le toma del brazo, le voltea violentamente y le abraza fuertemente por el cuello para que no pueda escapar de su beso.

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