lunes, 18 de enero de 2010

CAPITULO 34

Dani no comprendía. Miraba atónito a Ángel mientras éste abría un poco la puerta. Se le oía hablar con quien estuviera al otro lado de la puerta. Al rato vuelve junto a Dani.

- ¿Preparado?

- ¿Preparado para qué?,- Dani estaba muy nervioso.

- Antes de nada, recuerda que lo hago por ti,- y a una señal suya, pide a alguien que entre.

Dani empezó a abrir los ojos lentamente. No salía de su asombro.

- ¡Berta!

- Hola, Dani...,- Berta le saluda tímidamente, con la cabeza gacha. Dani mira a Ángel.

- ¿Por qué la has llamado?

- Bueno...,- Berta seguía con su voz velada por la timidez -. Creo que será mejor que yo me vaya...,- se dispone a irse, pero Ángel la toma de la muñeca y la lleva junto a Dani.

- Creo que tenéis que hablar entre vosotros,- Berta y Dani disimulaban su esquivez de miradas mirando a Ángel -. Si no habláis entre vosotros, no os podré ayudar,- Ángel les azuzaba verbalmente para que hablaran entre ellos, pero no lo conseguía. Con cierta desesperanza materializada en un sonoro chasquido de su lengua, Ángel obliga, a la fuerza, a que se miren. Cuando lo logra, susurra:- Creo que Berta tiene algo que decirte... Aunque creo que ya lo sabes...

No hablaron, pero Ángel se dio por satisfecho al ver que se miraban fijamente a los ojos. Como última ayuda, da un leve empujón a Berta, la cual, medio asustada, logra hablar al fin.

- Sí, es verdad, Dani,- la rubia reportera hablaba atropelladamente -. Ya lo sabes...

- ¿Lo que me dijiste antes? ¿Eso de que... tu "amiga" estaba enamorada de un chico que tenía novia?,- Dani remarcó la palabra "amiga".

- Oh, Dani... Que corto eres...,- contestó Berta, sonrojada -. Esa "amiga" era yo...

- Ya lo sabía desde el principio,- responde Dani -. Y el chico del que estás enamorada soy yo... Pero ya te dije por qué no podía ser...

- Sé que es imposible, pero mi amor por ti es como el que tienes por Ángel...,- Ángel carraspea.

- Bueno, os dejo solos, que tenéis cosas que hablar...,- y antes de cerrar la puerta, el catalán pudo ver cómo su amigo acariciaba suavemente la mejilla de Berta, mientras ésta cerraba los ojos, como recreándose en sus sentimientos. Y con una sonrisa, cierra la puerta.

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