jueves, 28 de enero de 2010

CAPITULO 44

El resto de la comida se la pasaron con miradas cómplices. Patricia y Ángel se miraban disimuladamente, más por ver cómo acabarían sus amigos que por el amor que se tenían entre ellos dos. Dani y Ángel se miraban también entre mordiscos y sorbos, tratando de romper el silencio que tan incómodamente se había presentado en su mesa. Patricia y Berta también se lanzaban señales con la mirada. Los únicos que no se atrevían a mirarse eran Dani y Berta.

Al salir del restaurante, Ángel propone una nueva "diversión".

- ¿Os apetece un cine?

Los demás se miraban entre sí, como si fueran a encontrar la respuesta en los ojos de los otros, y le responden con tímidas afirmaciones. Entonces ponen rumbo al cine. Buscan entre la cartelera qué película les conviene mejor y, cuando ya lo han decidido, aguardan en la cola, que ya a esas horas de la tarde comenzaba a ampliarse. Para pasar el rato, siguieron hablando de temas triviales (que no personales, ya que cada dos minutos les interrumpían con autógrafos). Cuando ya sólo quedaba una persona delante de ellos, Patricia lanza una exclamación.

- ¡Ángel!,- le toma del brazo -. ¡Casi se nos olvida!

- ¿Qué?

- ¿No te acuerdas?

- ¿Pero el qué?,- Patricia le agarra fuertemente del brazo al tiempo que le lanza una mirada letal. Ángel reacciona, tartamudeando -. ¡Ah, sí! ¡Aquello!

- ¿Pero qué pasa?,- pregunta Dani, sin comprender.

- Nada... Que es que resulta que teníamos que ir a un sitio que... para hacer eso de que... ya sabes, ahí donde hacen eso de...

- Ángel, que no te entiendo, tío,- Dani levanta la ceja.

El chico de delante ya ha comprado su entrada. Les toca a ellos.

- Lo sentimos chicos,- responde Patricia, atropelladamente -. Pero nos tenemos que ir, lo sentimos...,- y mete la mano en su bolso -. Tomad, dejad que al menos os paguemos las entradas,- les entrega veinte euros y se van. Dani y Berta miran atónitos cómo desaparecen por la calle. La taquillera les llama la atención. Sin comprender aún nada, Berta y Dani compran las entradas y entran en el cine.

- ¿A dónde se irían con tanta prisa?,- pregunta Dani, mientras compran las palomitas.

- Mira que no te enteras, Dani... No se tenían que ir a ningún sitio. Lo han hecho para dejarnos solos,- Dani la mira. Al momento, los dos desvían el rostro y sonríen, con el sonrojo invadiendo sus rostros.

- ¿Vamos a la sala ya?,- pregunta Dani cuando oyen la llamada.

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