viernes, 22 de enero de 2010

CAPITULO 38

El sol comienza a salir por el horizonte tiñendo de rojo y naranja el cielo. Uno de sus primeros rayos atraviesa la persiana de la habitación y broncea la espalda de Ángel, quien estaba acurrucado en la cama, abrazado a Patricia. Los dos estaban plácidamente dormidos. El rayo del sol logra rebotar por toda la habitación hasta dar con el ángulo correcto y llegar hasta los párpados de Ángel. Éste se despierta. Parpadea varias veces antes de abrir los ojos del todo. Ve la nuca de Patricia, perfectamente guardada por varios rizos de su cabello. Se queda quieto, inmóvil. Lástima de estar de espaldas... Seguro que ahora su rostro tiene una serenidad que hipnotizaría a cualquiera. Ángel aún no sabe por qué la noche, que había empezado tan bien, acabó tan mal...

Recuerda que se besaron ahí mismo, en la cama. Él, sin pensárselo dos veces, dominó a la guapa presentadora y ella, lejos de amedrentase, le confió su intimidad. Fue ella quien dio el primer paso quitándole el albornoz. Entonces, ¿por qué...?

Después de varios minutos de besos y caricias, Patricia por fin deja de ser ella misma para ser de Ángel. Todo iba bien. Ángel iba despacio, reprimiendo su salvaje acometida. Por ella. Por el bebé. Ángel no paraba de pensar en el neonato que Patricia guardaba en su vientre. Con cada embate su mente le desconcentraba pensando en el bebé. Tendría que ir con cuidado, no sea que lastimara al bebé... Y tenía miedo, pero quería que Patricia se relajara y olvidara todo. Que se dejara llevar. Ángel, en ese momento, se creía en el mundo con la única misión de hacerla feliz.

Pero no sabe por qué Patricia acabó reaccionando así... Bueno, sí lo sabía. Cada segundo que pasaban unidos, con cada gemido que ella acallaba en su garganta, sus ojos se humedecían. Ángel no le dio mucha importancia, pensando que eran lágrimas de alegría, pero se dio cuenta de que no era así. Lloraba. Lloraba de verdad. Entonces, Patricia comenzó a llorar de verdad, a mover su cabeza de un lado a otro, como odiando lo que estaba haciendo. Ángel para al momento y la sujeta el rostro mientras la llama susurrante. Patricia se calma y abre los ojos, haciendo que las lágrimas contenidas resbalaran por su cara.

- Lo siento...,- responde con la voz entrecortada -. No puedo...

Cuando Ángel la libera de su abrazo amante, ella le da la espalda y se encoje, haciéndose un ovillo, llorando en silencio. Ángel la abraza con miedo. El cuerpo de Patricia reacciona con un escalofrío al notar el contacto, pero al momento se relaja. La voz del catalán susurrando en su oído una antigua nana catalana la calmó, logrando dormirse al poco.

Ángel lo recuerda y, con cuidado, se levanta sobre ella. Le retira un mechón de su rostro y la besa en la mejilla. Patricia reacciona inconscientemente con una media sonrisa.

- Lo sé, Patricia,- se dice a sí mismo -. Sé que todavía no lo has superado... Pero aquí estoy yo para ayudarte.

Sin saber por qué, mueve su mano hasta el vientre de Patricia. Una lágrima se le escapa de los ojos. Una lágrima que pretende disimular con una sonrisa. Baja su cabeza hasta posarla en el vientre de su compañera. Lo besa tiernamente.

Su móvil vuelve a sonar. Ángel reacciona rápido y lo silencia. Un mensaje.

"Eres un auténtico cabrón..."

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