sábado, 30 de enero de 2010

CAPITULO 46

El humeante café no paraba de dar vueltas, ayudado por la cucharilla. Dani no separaba la vista del líquido marrón, tratando de captar todo su calor. Berta le miraba a él de manera furtiva. Quería hablar con él, pero no le salían las palabras, y todo porque no paraba de pensar en aquella sesión en el cine. Se acordaba de toda la película: de la intrigante escena inicial, la persecución en el aparcamiento, la espantosa muerte del amigo de la protagonista..., pero todo aquello quedó eclipsado por la irrupción, casi al final del film, del asesino, atravesando con una barra el estómago de la amiga de la protagonista. Fue tan repentino que, involuntariamente, gritó, se volvió y abrazó fuertemente el brazo de Dani. No se dio cuenta durante los dos primeros segundos, pero cuando fue consciente de ello, fingió no darse cuenta, pero lo sabía. Ese olor que desprendía Dani, una mezcla acre entre colonia y sudor. Una mezcla que tenía cierto encanto. Todavía aún, después de varias horas, quedaban rastros de ese aroma retenidos en su nariz, más fuertes incluso que el olor del café. Dani la sacó de aquellos pensamientos.

- Berta...,- Berta se fijó en él -. Gracias por el café... Lo necesitaba...

- Bueno... Hacía fresco en la calle, y te quedaste en mangas de camisa... Y pensabas volver a casa, ¿cómo? ¿Andando? ¿Esperando tres horas por un taxi? Si quieres esperar un taxi, espera aquí, en mi casa, que al menos estarás calentito.

Otra vez ese incómodo silencio.

- Dani... He estado pensando...

- Y yo,- le interrumpe Dani. Berta le mira con los ojos abiertos -. Sé que estás enamorada de mí, pero ya conoces mis sentimientos. Es difícil que me cambies, pero, si quieres, podemos ser amigos... Grandes amigos.

- Ya lo sé,- la voz de Berta sonaba decepcionada -. Hace poco que has roto con Elena, te enamoraste de Ángel, y casi mueres por ello...,- una lágrima se asomaba por sus ojos -. Yo ya sé cómo te sientes...

Dani pasa su dedo por el párpado de ella, sonriente. Berta, rápida, sin pensar, toma su mano y, cerrando los ojos, se entretiene sintiendo mil y una sensaciones.

- Berta...,- Dani también estaba a punto de llorar -. No puede ser.

Berta libera su mano y se entristece. Los dos miran sus respectivas tazas.

- Lo siento,- susurró Dani, dudando de si Berta le habría escuchado.

Dani, no soportando más aquella situación, y, sin mediar palabra, se levanta. Al pasar al lado de Berta, ésta le toma suavemente del brazo, pero Dani se libera.

- Por favor, no lo hagas más difícil. No quiero lastimarte,- Dani apenas podía hablar. Comenzaba a echarse la culpa de ser el causante de la tristeza de su amiga.

Dani se dirige a la puerta. La abre. Berta acude junto a él para entregarle la chaqueta. Éste la toma, pero el contacto con la mano de Berta le hace reaccionar separándose, pero se calma y toma la chaqueta.

- Adiós...,- Dani se da la vuelta mientras se pone la chaqueta. Berta, como empujada por una fuerza invisible, le toma del brazo, le voltea violentamente y le abraza fuertemente por el cuello para que no pueda escapar de su beso.

jueves, 28 de enero de 2010

CAPITULO 45

Dani se pasó el resto de la tarde pensando en aquella medio cita que tan maquiavélicamente habían planeado Patricia y Ángel. Las dos horas de aquella película se le hicieron eternas. Apenas se movió de su silla. No podía mirar a Berta. Y Berta igualmente no separó sus ojos de la pantalla. Se podía palpar la tensión dentro de la sala de cine. Pero lo que más le desencajó fue la reacción de Berta. Se abrazó a él. Así, sin más. Fueron apenas unos segundos, pero lo justo para que Dani pensara...

Desde entonces no se dirigieron palabra alguna. A la salida del cine, fueron a dar un breve paseo hasta el Retiro. Y ahí seguían, viendo el atardecer en el horizonte, sentados en un banco, uno a cada lado, sin mediar palabra.

- ¿Qué te pareció la peli?,- Berta hablaba en susurros inaudibles.

- ¿Eh? Bastante buena...,- Dani se estaba quedando sin piedras que tirar al estanque.

- Perdona por aquello...

- No, si no pasa nada...

- A mí las de miedo no me calan tanto... Pero es que es verlo en el cine, ahí, en esa pantalla, tan grande... Parece que vaya a salir a por ti...

- Tranquila...,- Dani todavía podía sentir el abrazo de Berta, el olor de su cabello. En medio del sempiterno silencio se oyen dar las diez de la noche. Berta se levanta.

- Bueno... Dani... Yo ya me tengo que ir a casa...,- Dani la mira. Se levanta de un salto, como accionado por un muelle.

- Te acompaño,- tartamudea.

- No hace falta... No tengo quince años...

- Sí que hace falta... Después de ver esa peli, creo que tengo el deber de acompañarte hasta tu casa... si no te importa...

- Gracias,- sonríe ella.

Retoman el camino. Harto del silencio tan incómodo que se estaba apoderando de la situación, Dani decide buscar un tema de conversación.

- Parece que refresca...,- el tan siempre socorrido tema del tiempo.

- Sí... Eso parece...,- Berta se abraza a sí misma. Dani, con cierta torpeza, se quita la chaqueta y se la pone encima a Berta. Ésta lo agradece con otra sonrisa, pero al momento se la quita y se la da. Dani le rechaza la invitación -. Pero te has quedado en manga corta. Pasarás frío.

- No es para tanto...

- Dani... Lo cortés no quita lo valiente...

- No te preocupes, de verdad...

El largo camino hasta la casa de la extremeña se hizo asombrosamente breve. Por fin la mojigatería de la que estaban haciendo gala los dos desapareció y volvieron a hablar de todo un poco, como amigos que eran. Al llegar al portal, aquella ilusión desapareció.

- Gracias por acompañarme a casa, Dani...,- Berta miraba al suelo.

- No es nada...,- Dani miraba igualmente al suelo, aunque no podía evitar fijarse en su rubia cabellera. Berta se quita otra vez la chaqueta y se la devuelve, gesto que Dani nuevamente rehúsa.

- Deberías quedártela... Estás tiritando...

- Que no hace falta, de verdad...,- sus vampíricos dientes estaban perdiendo ese morbo que tanto le caracterizaba con el temblor.

- Bueno... Pues gracias otra vez... Buenas noches,- al despedirse, intentan besarse en las mejillas, pero la torpeza y la timidez les cohíbe, y terminan por darse la mano -. Nos vemos el lunes...

Dani se da la vuelta para irse, mientras Berta saca las llaves y abre la puerta, pero posa su frente en ésta, cierra los ojos, levanta el rostro y se da la vuelta.

- ¡Dani!,- Dani se vuelve -. Esto... ¿Quieres subir a casa a tomar algo?

CAPITULO 44

El resto de la comida se la pasaron con miradas cómplices. Patricia y Ángel se miraban disimuladamente, más por ver cómo acabarían sus amigos que por el amor que se tenían entre ellos dos. Dani y Ángel se miraban también entre mordiscos y sorbos, tratando de romper el silencio que tan incómodamente se había presentado en su mesa. Patricia y Berta también se lanzaban señales con la mirada. Los únicos que no se atrevían a mirarse eran Dani y Berta.

Al salir del restaurante, Ángel propone una nueva "diversión".

- ¿Os apetece un cine?

Los demás se miraban entre sí, como si fueran a encontrar la respuesta en los ojos de los otros, y le responden con tímidas afirmaciones. Entonces ponen rumbo al cine. Buscan entre la cartelera qué película les conviene mejor y, cuando ya lo han decidido, aguardan en la cola, que ya a esas horas de la tarde comenzaba a ampliarse. Para pasar el rato, siguieron hablando de temas triviales (que no personales, ya que cada dos minutos les interrumpían con autógrafos). Cuando ya sólo quedaba una persona delante de ellos, Patricia lanza una exclamación.

- ¡Ángel!,- le toma del brazo -. ¡Casi se nos olvida!

- ¿Qué?

- ¿No te acuerdas?

- ¿Pero el qué?,- Patricia le agarra fuertemente del brazo al tiempo que le lanza una mirada letal. Ángel reacciona, tartamudeando -. ¡Ah, sí! ¡Aquello!

- ¿Pero qué pasa?,- pregunta Dani, sin comprender.

- Nada... Que es que resulta que teníamos que ir a un sitio que... para hacer eso de que... ya sabes, ahí donde hacen eso de...

- Ángel, que no te entiendo, tío,- Dani levanta la ceja.

El chico de delante ya ha comprado su entrada. Les toca a ellos.

- Lo sentimos chicos,- responde Patricia, atropelladamente -. Pero nos tenemos que ir, lo sentimos...,- y mete la mano en su bolso -. Tomad, dejad que al menos os paguemos las entradas,- les entrega veinte euros y se van. Dani y Berta miran atónitos cómo desaparecen por la calle. La taquillera les llama la atención. Sin comprender aún nada, Berta y Dani compran las entradas y entran en el cine.

- ¿A dónde se irían con tanta prisa?,- pregunta Dani, mientras compran las palomitas.

- Mira que no te enteras, Dani... No se tenían que ir a ningún sitio. Lo han hecho para dejarnos solos,- Dani la mira. Al momento, los dos desvían el rostro y sonríen, con el sonrojo invadiendo sus rostros.

- ¿Vamos a la sala ya?,- pregunta Dani cuando oyen la llamada.

miércoles, 27 de enero de 2010

CAPITULO 43

- ¿Puedo hablar contigo?,- Dani susurraba a Ángel. Estaban frente a frente, sobre la mesa.

- ¿Qué pasa?

- Es sobre Berta...

- Dime,- Ángel estaba sorprendido. Su amigo estaba muy serio.

- Es una gran amiga, de verdad. Y la veo muy enamorada de mí, pero...
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- ¿Pero qué?,- Patricia no salía de su excitación. Berta miraba al suelo, preocupada.

- Pero Dani no me corresponde...

- ¿Cómo que no? ¡Si estáis hechos el uno para el otro!

- Puede ser, pero Dani sigue amando a Ángel...
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- ¿Cómo?,- Ángel no comprendía.

- Se lo dije anoche,- Dani se aleja un poco de Ángel -. Ya sabes que cuando te llamé esta mañana, te dije que estuvimos hablando y eso... Y le dije que...

- Pero ya quedó claro que tú y yo sólo somos buenos amigos...,- Ángel deja su mano sobre el hombro de Dani.

- Como Berta y yo...,- Dani no se atrevía a mirar a su amigo a los ojos.
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- Ya sé cómo se siente Dani...,- Berta estaba a punto de romper a llorar. Patricia la abraza para consolarla.

- Pero Ángel ya le dejó claro que lo suyo no podía ser.

- Como lo nuestro...,- las lágrimas estaban a flor de piel.

- No,- la toma de los hombros -. Estáis hechos el uno para el otro. Piensa además que Ángel fue quien os dejó solos en la habitación cuando Dani estuvo en el hospital,- Berta mira a Patricia a los ojos. Sonríe.

- Es verdad... Fue un momento tan dulce...
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- Pero es que no quiero hacerla daño,- Dani hablaba seriamente con su amigo -. No quiero que sufra como yo he sufrido...,- Ángel desvía la mirada por un segundo -. No quiero romperla el corazón...

- Tranquilo. No queremos que os acostéis ya. No. Vosotros seguid con vuestro ritmo. Háblalo con ella. Id paso a paso. Sin prisas. ¿Podrás hacerlo?
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- Se intentará...,- Berta no estaba muy convencida.

- No te obsesiones con ello, ¿vale?,- sonríen y se abrazan -. Y ahora lávate un poco la cara, que no vean que has llorado.

martes, 26 de enero de 2010

CAPITULO 42

Ángel y Patricia llegaron al punto de encuentro con cierto retardo. Dani y Berta ya estaban en la puerta esperándoles. A pesar de las gafas de sol, algunos fans consiguieron su sesión de fotos y firmas. Cuando se encuentran los cuatro, y tras los protocolarios saludos, besos y abrazos, entran. No era el restaurante que pactaron aquella mañana. Y Patricia asumió el total de la culpa. Una hora antes, Patricia tenía apetencia de comer picante.

- Lo siento, de verdad...,- Patricia hablaba cabizbaja.

- No te preocupes, Patri,- responde Berta, abrazándola por los hombros -. Es normal,- y posa su mano en el vientre.

- Y no querrás que el niño nazca con un pimiento del padrón en medio de su frente,- continúa Dani, divertido -. Aunque creo que es muy pronto para tener antojos, ¿no? ¿De cuanto estás ya?

- Según mis cuentas...,- Patricia hace memoria -, creo que ya dos meses.

- ¿Y qué tal llevas...?,- pregunta Berta.

- Bien... Aún no me han llegado las náuseas...

- ¡Claro!,- exclama Dani -. Ya te has acostumbrado al enano que...,- Ángel le da un codazo. Los demás ríen.

- No,- Patricia se abraza a Ángel -. Si Ángel me tuviera que revolver el estómago sería por lo dulce que es...,- se pierde en sus ojos.

- ¿Entramos ya?,- Dani intenta cambiar de tema. Al pasar el umbral de la puerta, un camarero, de rasgos asiáticos, les da la bienvenida y les acompaña a una mesa. Algunos comensales se les queda mirando. No se creen que esos cuatro personajes televisivos estén juntos comiendo en un chino.

La velada pasó rápida. Rodeados de amigos, se sintieron muy a gusto, a pesar de que de vez en cuando se les interrumpiera la comida gente pidiendo más autógrafos, pero ellos cuatro, auténticos profesionales, aceptaban con una amplia sonrisa, aunque alguno escondía en su interior cierto recelo.

Tras casi dos horas hablando, Berta se levanta de la mesa.

- ¿A dónde vas?,- pregunta Dani.

- Voy al baño,- y se queda mirando a Patricia.

- Te acompaño,- Patricia finge mal. Los dos chicos ven cómo ellas se meten en el baño. Cuando cierran la puerta, los dos chicos se acercan sobre la mesa.

lunes, 25 de enero de 2010

CAPITULO 41

Ángel estaba preparando el desayuno. Patricia lo adivinó por el tintineo constante de tazas y cucharas. La conversación que seguía manteniendo con Dani no era ya más que un murmullo de palabras imperceptibles. Patricia se quedó mirando la puerta de la habitación con los ojos vacíos. Le entristecía ver a Ángel tan alegre. Sí. Le entristecía. Pensaba que dejándose hacer anoche superaría aquel trauma. Una especie de terapia de choque. Pero no. Aún no soportaba el contacto con otra persona, con otro hombre, aunque ese hombre fuera Ángel. Un cruce de sentimientos le vino a la cabeza. En ese momento Ángel fue tan tierno... Y cuando ella se negó en rotundo en el culmen, él no pensó en terminar, no. Pensó en ella. Ningún otro hombre habría reaccionado igual. Sólo Ángel. Y no sólo se paró, sino que la abrazó. La abrazó para consolarla, para que supiera que no estaba sola, que la apoyaba en todo.

Trata de salir de ese agujero y mira la habitación. Los rayos de sol poco a poco se adueñaban de la estancia, iluminándola cada vez más. Era la primera vez que estaba en su cuarto. Bueno, no era la primera vez que estaba ahí. Ya había estado muchas veces antes en su casa, pero sí que era la primera vez que dormía en su habitación. Y junto a él. Veía delante de ella un gran póster del Barça de la última temporada. Dos bufandas de los colores culés, extendidas a lo máximo, estaban clavadas encima. Al lado, una encimera con libros, discos, una foto enmarcada. Patricia intenta fijarse en la foto, pero la claridad no es tan buena. Se arropa con la colcha y se levanta. Llega hasta ella y la coge. Ángel. Sonriente. Joven. Con la mirada iluminada. Detrás las vistas desde el Tibidabo. A su lado una chica rubia, muy joven también, con la mirada alegre. Están muy abrazados. Quizá por el frío que habría en ese momento, ya que se les ve muy abrigados.

- Lo siento...,- susurra Patricia, acariciando el rostro de la mujer.

Patricia vuelve a dejar la foto en su sitio. Al lado, en la otra pared, la ventana, con la persiana echada, con el sol filtrándose todavía por los huecos libres. Patricia la levanta un poco. La habitación por fin se percibía nítidamente. La ventana ocupaba toda la pared. En la siguiente la cabecera de la cama y dos mesillas, una a cada lado. En la mesilla del lado de Ángel está el reloj despertador marcando las siete y media. Una lamparilla. Dos cajones. La otra mesilla igual, pero en vez de despertador, otra foto enmarcada. Patricia se sienta en ese lado de la cama y coge la foto. Reconoce entre todos los retratados a Ángel... muy joven. Más que en la primera foto. No tendría más de diecisiete o dieciocho años. Una chica, algo más joven, a su lado. Están de pie. Delante de ellos, sentados, una pareja más mayor. Patricia reconoce en esa pareja a los padres de Ángel.

- Y ella debe de ser su hermana...

Patricia no dejaba de mirar el rostro de Ángel en esa foto. Estaba tan joven... y tan guapo... Con esa sonrisa que parece tan forzada en las fotografías familiares, pero que en él quedaba tan bien... Esa época debió de ser algo difícil para él, sobre todo en el instituto. Seguro que todos se metían con él por su aspecto de despistado. Bueno, todos no. Seguro que ya conocía a Dani de antes.

Delante de ella las puertas del armario empotrado y la puerta de la habitación. Patricia se encontraba tan ensimismada viendo la foto que no se dio cuenta de la entrada de Ángel.

- ¿Viendo las fotos del "antes"?,- pregunta Ángel, divertido y sonrojado. Patricia da un respingo que casi se le cae la foto -. Ten cuidado con esa foto que la tengo mucho cariño,- responde más serio -. Fue la última que nos pudimos hacer toda la familia antes de que mi padre...,- Ángel se para a propósito.

- Ya lo sé,- responde Patricia, enternecida -. Y el mes que viene hará ya quince años...- Patricia baja el rostro -. Oye... Ángel... Perdóname por lo de anoche... No lo pude remediar... Pensaba que podría controlarlo y eso, pero...,- Ángel mueve su cabeza al tiempo que chasquea la lengua varias veces y sonríe.

- Tranquila. Cuando estés preparada. No lo fuerces. Pero bueno, no pensemos más en eso,- Patricia se da cuenta de la bandeja que trae entre sus manos.

- ¿Y esto?,- sonríe al tiempo que se vuelve a tumbar en la cama.

- El desayuno,- responde Ángel, remarcando su acento -. Café con leche, tostadas, un poco de mantequilla...

- ¿Y la mermelada?,- Patricia pregunta, pero sin salir de su asombro.

- En esta casa está prohibida la entrada a todo tipo de mermeladas,- responde muy serio, sin acento. Patricia se le queda mirando. Al poco los dos no aguantan más y ríen.

- Suponía que me responderías algo parecido,- Patricia se seca las lágrimas -. ¿Y Dani? ¿Cómo habéis quedado al final?,- Patricia da un primer mordisco a una tostada.

- Esta tarde, a eso de las tres, quedamos los cuatro a comer... Esto..., tienes suelto, ¿verdad?,- Patricia le mira incrédula. Ángel sonríe .- Soy catalán. ¿Qué quieres?,- responde él, devolviendo su voz a sus orígenes. Ríen nuevamente.

domingo, 24 de enero de 2010

CAPITULO 40

Ángel comenzó a recordar su infancia, su juventud, su vida junto a Dani. En aquella Barcelona olímpica, llena de veinteañeros con crestas verdes y melenas rosáceas, rostros taladrados y chaquetas de cuero y chinchetas. Ángel y Dani estaban en el último año de E.G.B., y se ilusionaban con ser como aquellos "chicos mayores" que parecía no tenían problemas. Siempre divirtiéndose en la calle, yendo a las discotecas y bebiendo cerveza hasta caer rendidos. Les parecía una gran vida, una vida que ansiaban tener cuando superaran la barrera de los dieciocho años. Pero para eso aún les quedaban cuatro años más... Los cuatro años de lo que esos chicos mayores llamaban B.U.P. y C.O.U.

Pero no les preocupaba en absoluto aquel cambio que se les acercaba. Lo necesitaban. Les encantaba estudiar, aprender cosas nuevas. Dani consiguió abandonar su infantil sueño de ser futbolista por el del periodismo. Le vino la "llamada", como siempre decía él, al ver por la televisión los reportajes a pie de calle que se hacía sobre la que estaba siendo llamada como la "Guerra del Golfo". Ángel, por otra parte, aún no tenía muy decidido qué carrera escoger el día que le tocara ir a la Universidad. Realmente le interesaba otro camino, pero aún se encontraba en medio de una disyuntiva: seguir con el oficio familiar y estudiar en serio piano, o matricularse en algún curso de actuación.

Aquellos recuerdos eran tan bonitos...

Una mano se desliza por su torso, de uno de los costados hasta el hombro contrario. Otra mano realiza el mismo camino, solo que bajando del mismo hombro. A medida que se acercan a su meta, le aprisionan cada vez más. Una barbilla se posa en el hombro. Una dulce voz le saca de sus sueños y secan sus ojos.

- ¿Con quién hablabas?,- la voz de Patricia recién levantada sonaba tan sensual...

- ¿Eh?,- Ángel seguía atrapado en sus pensamientos -. Nada... Era Dani...

- ¿Qué tal se encuentra?

- Bien, bien...

- No lo parece diciéndolo con ese tono tan tristón,- le besa en la mejilla.

- Es que estaba pensando en mis cosas...,- Ángel casi se evade, pero reacciona -. Ha pasado la noche con Berta.

- ¿No me digas que han...?,- Patricia pareció haberse despejado al momento.

- No, no. Según él no ha pasado nada. Sólo han hablado...

- Oye, ¿y por qué no quedamos los cuatro y hablamos?

- Me parece una buena idea. Acababa de acordar con Dani hablarlo más tarde. Podríamos comer en algún sitio y hablarlo,- el rostro de Ángel reluce como nunca. Toma el móvil y marca. Mientras suenan los tonos, Ángel sujeta el móvil entre su cara y su cuello y busca su calzón -. ¿Dani...? Soy yo... Mira, si no te importa, podríamos quedar luego los cuatro, para comer... Sí, Patricia y Berta también... Espero que no te moleste,- encuentra su calzoncillo y se lo pone sentado en la cama -, y que lo que tengas que decirme puedas decírselo a ellas también...,- saluda a Patricia mientras sale de la habitación. Patricia le mira externamente feliz, aunque por dentro se sentía mal...

sábado, 23 de enero de 2010

CAPITULO 39

Ángel leía atónito el mensaje completo. Mira el remitente. Se sonríe. Entre risillas, marca el número de teléfono mientras se sienta sobre su lado de la cama. Tras el tercer tono, descuelgan.

- Tu sí que ets un cabró,- responde Ángel, sin dar tiempo a su interlocutor a hablar.

- Veo que has leído el mensaje que te acabo de mandar.

- Sí, y por lo que veo el plan ha funcionado,- Ángel hablaba con tono malvado.

- Sí,- risa. Una risa sin duda inconfundible. Dani. -. Oye Ángel, ¿se puede saber por qué hablas tan bajito? Oh...,- Dani se da cuenta -. Estás con Patricia, ¿verdad?,- su tono de voz se vuelve serio -. ¿Qué tal se encuentra?

- Hombre...,- Ángel se vuelve para mirarla -. Está bien...,- Ángel vuelve a centrarse en el tema inicial de la conversación -. ¿Y tú con Berta?

- Bueno... Se podría decir que hay feeling...

- No me digas que tú y ella habéis...

- Lo ha intentado. Lo ha intentado... Pero al final nada.

- ¿Sigues con dudas?,- Ángel se torna muy serio.

- Sí. No te voy a mentir. Aún tengo dudas, pero Berta es muy paciente y comprensiva.

- Tú tranquilo. Tómate tu tiempo, pero que sepas que hacéis muy buena pareja. De verdad.

- Lo que realmente quiero con ella, por ahora, es afianzar nuestra amistad. Nos hemos pasado casi toda la noche hablando. Hablando primero de lo nuestro,- Dani recalcó mucho la última palabra -, de lo mucho que me ama, pero el ambiente terminó por liberarse y al final hablamos de todo un poco. La veo muy enamorada de mi... Y yo también la quiero... Pero como amiga... No quiero desilusionarla... Sus ojos brillaron durante toda la noche con un fulgor increíble... Su sonrisa... Su sonrisa es tan... sin palabras... Iluminaba toda la habitación... No sé si sabes a qué me refiero...

Ángel vuelve a mirar a Patricia, quien se vuelve, todavía dormida.

- Sí, Dani... Sé a lo que te refieres...,- vuelve a su amigo -. Pero dime, ¿cómo ha acabado al final la noche?

- Bien, muy bien... Como los dos queríamos... En cierto modo...

- ¿Cómo? No te comprendo...,- Ángel oye un ligero forcejeo por el móvil.

- Ángel, no llames tan temprano,- una somnolienta voz femenina le responde.

Ángel no puede evitar una pícara sonrisa.

- Perdona Berta...

- Berta, dame el móvil,- se oye hablar a Dani -. Estaba hablando yo...

- Pues cuelga ya, que son las siete de la mañana...

- Ángel, lo siento, es que...

- Es que Berta está contigo en la misma cama...

- Sí, pero no ha pasado nada... Tan sólo que me dio la llorera y... Bueno, eso no creo que te interese... Adiós, ya hablaremos más tarde,- y cuelga.

Sí, que no le interesa... Cuando eran más jóvenes, se contaban sus secretos, sus pesares. Eran amigos. Más que amigos. Eran hermanos. Se vieron llorar por cualquier motivo, y siempre estuvieron el uno junto al otro para animarle. Ángel creía saber el por qué de esa llorera de Dani... Y él no se lo iba a perdonar nunca. Hacerle sufrir así a su amigo de la infancia era imperdonable. Pero por lo menos ahí estaba Berta como buen sustituto. Dani tenía razón. No le interesaba...

viernes, 22 de enero de 2010

CAPITULO 38

El sol comienza a salir por el horizonte tiñendo de rojo y naranja el cielo. Uno de sus primeros rayos atraviesa la persiana de la habitación y broncea la espalda de Ángel, quien estaba acurrucado en la cama, abrazado a Patricia. Los dos estaban plácidamente dormidos. El rayo del sol logra rebotar por toda la habitación hasta dar con el ángulo correcto y llegar hasta los párpados de Ángel. Éste se despierta. Parpadea varias veces antes de abrir los ojos del todo. Ve la nuca de Patricia, perfectamente guardada por varios rizos de su cabello. Se queda quieto, inmóvil. Lástima de estar de espaldas... Seguro que ahora su rostro tiene una serenidad que hipnotizaría a cualquiera. Ángel aún no sabe por qué la noche, que había empezado tan bien, acabó tan mal...

Recuerda que se besaron ahí mismo, en la cama. Él, sin pensárselo dos veces, dominó a la guapa presentadora y ella, lejos de amedrentase, le confió su intimidad. Fue ella quien dio el primer paso quitándole el albornoz. Entonces, ¿por qué...?

Después de varios minutos de besos y caricias, Patricia por fin deja de ser ella misma para ser de Ángel. Todo iba bien. Ángel iba despacio, reprimiendo su salvaje acometida. Por ella. Por el bebé. Ángel no paraba de pensar en el neonato que Patricia guardaba en su vientre. Con cada embate su mente le desconcentraba pensando en el bebé. Tendría que ir con cuidado, no sea que lastimara al bebé... Y tenía miedo, pero quería que Patricia se relajara y olvidara todo. Que se dejara llevar. Ángel, en ese momento, se creía en el mundo con la única misión de hacerla feliz.

Pero no sabe por qué Patricia acabó reaccionando así... Bueno, sí lo sabía. Cada segundo que pasaban unidos, con cada gemido que ella acallaba en su garganta, sus ojos se humedecían. Ángel no le dio mucha importancia, pensando que eran lágrimas de alegría, pero se dio cuenta de que no era así. Lloraba. Lloraba de verdad. Entonces, Patricia comenzó a llorar de verdad, a mover su cabeza de un lado a otro, como odiando lo que estaba haciendo. Ángel para al momento y la sujeta el rostro mientras la llama susurrante. Patricia se calma y abre los ojos, haciendo que las lágrimas contenidas resbalaran por su cara.

- Lo siento...,- responde con la voz entrecortada -. No puedo...

Cuando Ángel la libera de su abrazo amante, ella le da la espalda y se encoje, haciéndose un ovillo, llorando en silencio. Ángel la abraza con miedo. El cuerpo de Patricia reacciona con un escalofrío al notar el contacto, pero al momento se relaja. La voz del catalán susurrando en su oído una antigua nana catalana la calmó, logrando dormirse al poco.

Ángel lo recuerda y, con cuidado, se levanta sobre ella. Le retira un mechón de su rostro y la besa en la mejilla. Patricia reacciona inconscientemente con una media sonrisa.

- Lo sé, Patricia,- se dice a sí mismo -. Sé que todavía no lo has superado... Pero aquí estoy yo para ayudarte.

Sin saber por qué, mueve su mano hasta el vientre de Patricia. Una lágrima se le escapa de los ojos. Una lágrima que pretende disimular con una sonrisa. Baja su cabeza hasta posarla en el vientre de su compañera. Lo besa tiernamente.

Su móvil vuelve a sonar. Ángel reacciona rápido y lo silencia. Un mensaje.

"Eres un auténtico cabrón..."

jueves, 21 de enero de 2010

CAPITULO 37

Ángel toma a Patricia de las manos.

- Cierra los ojos.

Patricia le mira extrañada, pero obedece. Cuando Ángel da un paso, Patricia abre uno de los ojos. Ángel se da la vuelta y se da cuenta.

- Cierra los ojos...,- y pasa su mano sobre su rostro. Patricia cierra el ojo y se deja guiar por Ángel. Avanzan un metro. Giran a la izquierda. Siguen avanzando varios metros. Se detienen. Patricia oye un pequeño chirrido metálico. Quiere abrir los ojos, pero sabe lo que es. Ángel le vuelve a tomar de las muñecas y la hace avanzar un par de pasos.

- Ahora,- le susurra. Patricia abre los ojos. Se maravilla con las vistas que tiene. Están en la habitación de Ángel. La luz apagada, pero las velas que lo adornan iluminan lo suficiente. Ángel se adelanta a la mesilla que tiene al lado de la cama. Abre un cajón. Saca un mechero y prende una ramita de incienso que ya estaba preparada. Guarda el mechero y saca una pequeña caja de cartón. La abre y esparce su contenido por la cama. Rosas. Pétalos de rosas de todos los colores. Patricia nota cómo sus ojos se empapan de felicidad.

- ¡Patricia!,- Ángel acude junto a ella -. ¿Por qué lloras?

- No es nada, Ángel... Simplemente que nadie nunca antes había hecho algo así por mi... Es tan romántico...

- ¿Ni siquiera Dani?,- el rostro de Ángel se enrojece.

- No. Ni siquiera él...,- Patricia se entristece. Ángel la abraza.

- Perdona... No quería hacértelo recordar...,- la besa en la mejilla.

- No hace falta,- Patricia sonríe -. Estar contigo ya me hace olvidarme incluso de mi propia persona,- le acaricia la mejilla.

Ángel la acompaña hasta la cama y la hace acomodarse. Ángel se sienta a su lado. No dejan de acariciarse y mirarse a los ojos, como si aquello fuese a lo más que pudiesen llegar. Se besan. Una. Dos. Tres veces. Cuatro. Patricia baja su mano por la apertura del albornoz de Ángel hasta llegar a su poblado pecho. Ángel se echa sobre ella, haciéndola caer sobre la cama, al tiempo que Patricia le quita el albornoz del torso. Ángel aprovecha y le deshace el nudo de la toalla. Ángel deja de besarla para mirarla. Y ahí estaba ella, tumbada en su cama, con los ojos cerrados como en una especie de ensoñación, el cabello esparramado, los brazos y las manos jugueteando con los pétalos.

- Patricia...,- le dice -. ¿Estás segura de que quieres que lo hagamos?

Patricia abre los ojos y sonríe. Al momento, deshace el nudo del cinto del albornoz, resbalando éste por la espalda del enano, cayendo al suelo.

miércoles, 20 de enero de 2010

CAPITULO 36

Ángel sale de la bañera con prisas. Corre hasta el mueble del baño donde había dejado su móvil. Apaga el sonido.

- ¿Qué es eso?,- pregunta Patricia, intrigada.

- La alarma de mi móvil,- Ángel estaba extrañamente nervioso.

- ¿Por qué?

- Una sorpresa,- toma un albornoz y sale del baño.

Patricia no sabe cómo reaccionar. Mira la puerta, como intentando mirar a través de ella. Al final se levanta, coge una toalla y se envuelve con ella. Sale del baño y comienza a mirar en todas las habitaciones que encuentra a su paso mientras llama a Ángel suavemente. De repente, el sonido de un piano suena en el salón. La melodía, dulce y ensoñadora, cautivó a la pucelana, y la siguió hasta su origen, como si fuera uno de los niños hipnotizados por el flautista de Hamelin. Al atravesar el umbral, ve a Ángel, en albornoz, tocando su teclado. Aquello hizo que la música tuviera un carácter más íntimo, casi místico. Patricia se apoya en el alféizar de la puerta y se deja seducir por esa sucesión de notas y acordes que las manos y dedos del enano realizaban. Ángel la mira sonriente y sonrojado.

-¿Qué te ha parecido?,- pregunta él, cuando termina.

- Ha sido maravilloso...,- Patricia seguía con la mente en otro sitio. Abre los ojos y se acerca a él. Se sienta sobre sus rodillas y le abraza por la espalda -. ¿A qué ha venido eso?

- Feliz cumpleaños...,- responde Ángel después de besarse. Patricia le mira sin comprender, pero pronto reacciona. Esa alarma... Era para recordarle que ya era medianoche y, oficialmente, ya era 5 de octubre.

- Perdóname...,- susurra Patricia, avergonzada -. No me había acordado... No te he comprado nada...

- Ni falta que hace...,- Ángel le aparta el cabello que caía sobre su rostro -. El mejor regalo es que estés conmigo hoy...

Patricia sonríe, sonrojada. Y aquella sonrisa iluminó el salón. Ángel la abraza por la cintura, Patricia le abraza a él por los hombros. Se miraban en silencio. Patricia mira de reojo el teclado por un segundo. Ángel la sigue.

- Cuando quieras...,- responde Ángel -. Pero ahora no, que tengo otra sorpresa para ti...

martes, 19 de enero de 2010

CAPITULO 35

- ¿Seguro que funcionará?

Ángel miraba a Patricia como si la dijera "¿eso a que viene ahora?". Y era verdad. No era el momento ni el lugar. Ángel, después de todo lo ocurrido durante aquellos días, decidió descansar y dedicar aquella noche a Patricia y a él. A los dos. Se lo merecían. Preparó una cena digna de cualquier restaurante de cinco tenedores. Apagó la luz para dejar que las velas ambientaran el salón. Puso un disco de música que él mismo grabó... aunque tuvo que quitarlo, ya que la mitad de las canciones se grabaron mal.

Durante toda la cena se miraron a los ojos, hicieron manitas, sonreían. Y Ángel, en un gesto típico suyo, comenzó la que quizá fuera la conversación más surrealista. "¿Cómo te llamas?". Patricia le miró sin comprender. "Es mejor que empecemos así, como si no nos conociéramos. Creo que mejoraría la cita".

Y mucho que mejoró. Acabaron los dos en la bañera.

- ¿Seguro que funcionará?

- ¡Seguro!,- contesta Ángel, seguro de sí mismo -. Recuerda lo que dijo Berta, que estaba enamorada de Dani. Y Dani es eso lo que necesita, que le amen.

- Pero te fuiste de la habitación sin saber...

- Conozco a Dani desde siempre. Estoy seguro que se sentirá bien con Berta. Y, si no funciona la cosa, al menos tendrá en Berta una gran amiga.

El agua de la bañera, al principio caliente, estaba ya templándose. Patricia, con un altísimo moño, estaba recostada en la bañera, apoyando su espalda en Ángel, quien, sentado y apoyado en la bañera, la hacía un hueco mientras la abraza por la cintura.

- Patricia...,- Ángel hablaba serio y tímido a la vez.

- Dime,- Patricia miraba y jugaba con la espuma en sus manos.

- ¿Qué tal estás?

- Bien, muy bien,- Patricia le mira sorprendida.

- Me refiero a...,- y le acaricia el vientre.

- ¡Oh!,- Patricia se mira -. ¡Me había olvidado por completo! Pues sí, estoy muy bien, de verdad.

- ¿No te recuerda a...?

- ¡No, no!,-Patricia, a duras penas, se vuelve y se queda de frente a Ángel -. Sólo me recuerda a ti. Mi héroe. Mi salvador,- y le besa sensualmente.

- Pues a mí...

- Ángel,- Patricia le mira a los ojos mientras le acaricia la mejilla -. No pienses en ello. Yo ya no lo hago. Porque tú me salvaste.

- Pero no a tiempo...,- el rostro de Ángel se ensombrecía.

- Ángel. Lo importante es que te portaste como un caballero. Como un héroe. Me siento como la damisela en apuros que es rescatada por su caballero de la brillante armadura por un malvado dragón,- toma una de las manos de Ángel y se la lleva a su vientre -. Y esta es tu recompensa.

Ángel mira el vientre de Patricia. Luego la mira a los ojos. Sonríe con cierta amargura. Patricia le besa. Se abrazan. En ese momento, Ángel se sumerge en el agua, llevando a Patricia consigo. La rubia se incorpora. Se quita el jabón de la cara y busca una toalla para secarse el rostro. Ángel ríe mientras se quita el agua de la cara con la mano. Patricia le salpica, divertida. Y comienzan a jugar hasta que suena el móvil.

lunes, 18 de enero de 2010

CAPITULO 34

Dani no comprendía. Miraba atónito a Ángel mientras éste abría un poco la puerta. Se le oía hablar con quien estuviera al otro lado de la puerta. Al rato vuelve junto a Dani.

- ¿Preparado?

- ¿Preparado para qué?,- Dani estaba muy nervioso.

- Antes de nada, recuerda que lo hago por ti,- y a una señal suya, pide a alguien que entre.

Dani empezó a abrir los ojos lentamente. No salía de su asombro.

- ¡Berta!

- Hola, Dani...,- Berta le saluda tímidamente, con la cabeza gacha. Dani mira a Ángel.

- ¿Por qué la has llamado?

- Bueno...,- Berta seguía con su voz velada por la timidez -. Creo que será mejor que yo me vaya...,- se dispone a irse, pero Ángel la toma de la muñeca y la lleva junto a Dani.

- Creo que tenéis que hablar entre vosotros,- Berta y Dani disimulaban su esquivez de miradas mirando a Ángel -. Si no habláis entre vosotros, no os podré ayudar,- Ángel les azuzaba verbalmente para que hablaran entre ellos, pero no lo conseguía. Con cierta desesperanza materializada en un sonoro chasquido de su lengua, Ángel obliga, a la fuerza, a que se miren. Cuando lo logra, susurra:- Creo que Berta tiene algo que decirte... Aunque creo que ya lo sabes...

No hablaron, pero Ángel se dio por satisfecho al ver que se miraban fijamente a los ojos. Como última ayuda, da un leve empujón a Berta, la cual, medio asustada, logra hablar al fin.

- Sí, es verdad, Dani,- la rubia reportera hablaba atropelladamente -. Ya lo sabes...

- ¿Lo que me dijiste antes? ¿Eso de que... tu "amiga" estaba enamorada de un chico que tenía novia?,- Dani remarcó la palabra "amiga".

- Oh, Dani... Que corto eres...,- contestó Berta, sonrojada -. Esa "amiga" era yo...

- Ya lo sabía desde el principio,- responde Dani -. Y el chico del que estás enamorada soy yo... Pero ya te dije por qué no podía ser...

- Sé que es imposible, pero mi amor por ti es como el que tienes por Ángel...,- Ángel carraspea.

- Bueno, os dejo solos, que tenéis cosas que hablar...,- y antes de cerrar la puerta, el catalán pudo ver cómo su amigo acariciaba suavemente la mejilla de Berta, mientras ésta cerraba los ojos, como recreándose en sus sentimientos. Y con una sonrisa, cierra la puerta.

domingo, 17 de enero de 2010

CAPITULO 33

- ¿Una... una sorpresa?,- Dani tartamudeaba.

Veía a Ángel que se acercaba peligrosamente a él. Notaba su aliento sobre su rostro. Su mirada penetraba en la suya. Ángel dibujaba en su boca su sonrisa, esa sonrisa tan malvadamente excitante. Levanta el brazo. Lo pasa lentamente por delante de la cara de Dani. Éste levanta la ceja, con la mirada llena de expresiva incertidumbre. Dani, instintivamente, se deja llevar y cierra los ojos. Notaba cómo Ángel dejaba caer poco a poco su cuerpo sobre él. Dani notaba un calor que le quemaba. Pero un calor agradable al fin y al cabo. La máquina que controla sus constantes delataba la arritmia que comenzaba a hacer estragos en su corazón. Y en el momento justo, en ese límite que hay entre la excitación extrema y el desmayo inconsciente, Ángel se aparta. Dani, con los ojos todavía cerrados, levanta las cejas, como esperando algo que tarda en llegar, en producirse. Abre los ojos y ve a Ángel de espaldas.

- ¿Ángel?,- Dani apenas podía hablar.

Ángel se da la vuelta. Está hablando por el móvil.

- Perdona Dani. Tenía que coger el móvil.

Dani mira al otro lado de la cama. Es verdad. En la mesita que había ahí estaba su móvil. Dani se maldice a sí mismo.

- ¿A quién llamas?

- Esa es la sorpresa... Espero que no te moleste...,- Dani no comprendía. Ángel se da la vuelta y habla por el teléfono -. ¿Hola...? ¿Por dónde andas?...Ah, vale... Vale... ¿Puedes subir un momento...?... Vale...,- y cuelga.

- Pero, ¿a quién llamabas?,- Ángel responde con otra sonrisa de las suyas.

- Perdona por lo de antes...,- responde Ángel al poco.

- ¿Por qué?,- Ángel lanza una pequeña mirada al cardiograma de Dani. Dani lo mira también. Todavía no había recuperado su ritmo normal. Dani se sonroja.

- Cuando eso empezó a pitar como un loco, me asusté,- dice Ángel, absorbido por cierta timidez -. Pensé que tu corazón iba a estallar...

- Y yo...,- susurra Dani.

- Pero en fin, me alegro que volvamos a ser amigos y que todo se haya aclarado y resuelto felizmente...

- Sí...,- Dani se evadió por un segundo de la realidad.

- Dani... ¿Estás bien?,- Ángel empezó a preocuparse -. Por favor, no empecemos...,- se adelanta hasta su amigo. El rostro de Dani delataba que toda la sangre se le había subido a la cabeza. Ángel, automáticamente, levanta la sábana de su amigo y mira debajo -. Veo que no toda la sangre se te ha subido a la cabeza...,- responde con su típico tono sarcástico. Dani, en un acto reflejo, flexiona las piernas y se tapa con la sábana -. ¡Ey, tío! ¡Tranquilo! Es normal... Al fin y al cabo, soy el Brad Pitt español, ¿no?,- responde Ángel, tratando de ocultar su impresión.

El ambiente se volvió de repente muy tenso. Ninguno de los dos podía hablar. Hasta que unos golpes en la puerta les ayuda a romper el hielo.

- ¿Quién será?,- pregunta Dani, mirando a la puerta.

- Tu sorpresa,- responde Ángel, yendo a la puerta, mientras le guiña un ojo a su amigo.

sábado, 16 de enero de 2010

CAPITULO 32

El silencio volvió a reinar el cuarto. Ángel no se había movido un ápice de la entrada. Dani tenía el rostro vuelto hacia la ventana. Ángel alargaba su cuello para poder ver su rostro. Sabía que se había vuelto para que él no le viera... llorar. Siempre lo hacía. Siempre lo hizo. Como cuando eran pequeños. Como aquel día, que él fue a buscarle para jugar a las canicas, y se lo encontró sentado en las escaleras del portal de su casa, con la cabeza hundida entre las piernas. Le costaba mucho a Dani mostrar sus sentimiento en público. Sobre todo los tristes. Suerte que su padre se dio cuenta a tiempo y pudo dejar la bebida...

- ¿Ha pasado algo con Elena?,- Ángel se avergonzaba de hablar.

- Nada...,- el sollozo apenas le dejaba vocalizar.

Ángel decide acercarse un poco más.

- ¿Me lo cuentas?

Dani cierra los ojos con fuerza. Ángel llega hasta la cama.

- Dani...,- posa su mano en su hombro. Dani se deshace de él, volviéndose violentamente, dándole la espalda, recostándose a un lado de la cama. Como un ovillo. Como un bebé indefenso -. Dani... ¿Por qué no me has dicho nada? Somos amigos desde siempre. Puedes confiar en mí. ¿Por qué no me dijiste que tú...?,- Ángel no podía terminar la pregunta. Se sentía impotente al ver a su amigo sufrir. Sufrir por él. Se levanta y, apesadumbrado, decide salir de la habitación. Al mover el pomo, se vuelve. Dani no ha cambiado de posición. Ángel vuelve a agachar la cabeza y sale.

- ¡Ángel!

Ángel vuelve a entrar, con la esperanza reflejada en sus ojos.

- Ángel...,- la voz de Dani sonaba esta segunda vez menos angustiosa.

Ángel entra y corre junto a Dani. Le toma del brazo con cierta desesperación. Dani se queja. Le estaba agarrando fuertemente en la zona vendada.

- Dani, lo siento. No quiero que nuestra amistad se vaya al garete por una tontería. No quiero que por opiniones opuestas a lo mío con Patricia acabe con tantos años de tan buena amistad entre nosotros...

- No, Ángel... Perdóname a mí...,- Dani por fin muestra sus sentimientos -. Tienes razón. Soy un maldito egoísta. Tú estabas con Emma... Ahora con Patricia... Y yo, al ver que no puedo, sobre todo por la amistad que nos une, me desesperaba cada día más y más... Y por eso Elena me ha dejado... Hace ya poco más de un año...

- No lo sabía... Si me lo hubieras dicho desde el principio, te habría apoyado en todo. ¡Fíjate! Incluso me hubiera olvidado de Patricia y todo... Pero un año... ¿Eso quiere decir que hace un año que tú...?

- Algo más... Pero sí.

- Entonces, ¿en el programa, cuando los sketches...?

Dani se sonroja.

- Da igual,- responde Ángel rotundamente -. Eres mi amigo, y debiste decírmelo.

- Era una noticia muy fuerte. No creo que me volvieras a ver con los mismos ojos...

- Ya, pero lo habría comprendido. Porque yo también te quiero... como amigo. Pero te quiero.

Y los dos se funden en un gran abrazo lleno de sentimientos. Un abrazo que duró unos segundos, pero que ambos desearon alargarlo una eternidad. Cuando se separan, Ángel sonríe.

- Dani, si no te importa, tengo una sorpresa para ti.

viernes, 15 de enero de 2010

CAPITULO 31

Ángel llegó hasta la puerta de la habitación donde se encontraba Dani. Estaba cerrada. Se quedó de pie, delante de ella, sin poder moverse. La mano apenas le obedecía. Logró alzarla, sí, y transformarla en un puño, pero no podía llamar a la puerta. Estuvo dudando durante unos instantes, pero no consiguió reaccionar. Unas voces sonaban dentro. Acercó la oreja y escuchó con atención.

- Fill meu, estàs bé? Ens has espantat molt. Es pot saber en quins dimonis estaves pensant? Gairebé ens dóna un infart quan ens van cridar de l'hospital! Segur que estàs bé? Mira que ens pots contar-lo tot. És per una noia? Elena? Heu trencat? Et volem molt, i per això no ens importa gastar-nos tots els nostres estalvis en un psicòleg. Dani, ets el nostre fill i ens preocupes.

Ángel se arma de valor y llama suavemente a la puerta, abriéndola al momento y asomando su cabeza. Dani se vuelve al momento. Los padres de Dani le ven. Su madre estaba sentada en la cama, tomándole de la mano. Tenía los ojos rojos. Su padre estaba de pie a su lado, con un semblante entre enfadado y triste. Su padre se adelanta hasta Ángel y lo retiene en la puerta.

- Tu saps per quin ho ha fet?,- Ángel niega con la cabeza. Su padre le toma del hombro cabizbajo.

- Pero si me dejan a solas un momento con él...,- el padre de Dani se acerca a su esposa y la ayuda a levantarse. La mujer se tapa el rostro con las manos. Los dos salen de la habitación. Ángel y Dani se quedan solos en el cuarto. Dani miraba a la ventana. Ángel se sentía incómodo. No sabía cómo empezar. No se podía mover. El silencio era roto únicamente por el tic tac electrónico del suero.

- Dani...,- la voz apenas le salía -. ¿Qué tal te encuentras?,- Silencio -. ¿Por qué lo has hecho?,- de nuevo la callada por respuesta -. No. No hace falta que me contestes... Lo sé... Berta me lo acaba de contar... No sabía que... ¡Dios, si lo hubiera sabido...! Dani, eres mi amigo, y me lo puedes contar todo... ¿Por eso estuviste tan raro aquella noche? Claro... No querías que me olvidara de Patricia. Bueno, sí lo querías, pero seguro que tu plan inicial era pasar un rato conmigo... Dani, llevamos siendo amigos prácticamente desde que nacimos. Has disfrutado de mí, de mi amistad toda tu vida. Deja que otros también disfruten de ella... No seas egoista...

- ¿Egoista?,- Dani se volvió violentamente. Estaba muy enfadado -. ¿Y a mi me llamas egosita? ¡Te recuerdo que fuiste tú quien no paraba de pensar en Patricia cuando todavía estabas con Emma!

- ¡Pero todavía la amo!

- Ya veo cuánto la amas...,- contesta sarcástico Dani.
Ángel baja el rostro como el niño que recibe una gran reprimenda.

- Por cierto... ¿Y Elena...?,- un sudor frío empezó a empapar el cuerpo del enano. De repente, empezó a imaginarse mil y una maneras en que Dani le mataba ahí mismo, en el cuarto. Lanzándole a la cabeza el jarrón donde están las rosas que los compañeros le han dejado a Dani. Clavándole el cuchillo de plástico de la comida. Ahorcándole con la goma del suero. Estampándole la cara contra la pared. Pero no pasó nada de ello. Dani seguía en la cama, mirándole impasible.

-¿Elena?,- pregunta Dani, apático -. Y yo qué sé...,- se vuelve.

jueves, 14 de enero de 2010

CAPITULO 30

Ángel se quedó de piedra. ¿Berta dijo lo que él acababa de oír? ¿Dani le... le...? ¿Dani le amaba? Su cabeza empezó a darle vueltas. ¡Pero si tiene novia! De repente, le vino a la memoria una frase que le dijo esa tarde, durante la pelea. "Si amas a un compañero del trabajo te lo callas". ¿Eso venía también por ellos dos? ¿Dani se refería también a sí mismo? El llanto de Berta le hizo volver a la realidad. La toma por los hombros y la agita, nervioso.

- ¿Cómo que me ama?,- Berta no podía continuar por la llorera -. ¡Berta! ¿Cómo que me ama?,- Ángel estaba muy nervioso.

- Sí...,- Berta apenas podía hablar por las lágrimas -. Me lo dijo...

- ¿Cuándo?

- Cuando...,- no puede seguir.

- ¿Cuándo?,- Ángel estaba al límite.

- Fue hace unos días... Me lo encontré en su camerino llorando. No quise decirle nada. No me gusta hablar de esas cosas, pero me dio una corazonada de que tenía que preguntarle. Al principio me dio largas, pero conseguí que me lo dijera. Lloraba porque te gustaba Patricia... a la vez que Emma... Me dijo que estaba haciendo lo posible por que te olvidaras de Patricia, pero...

- ¿Pero?

- Pero... Yo le dije que me alegraba por él, porque veía que ese triángulo en el que estabas envuelto él lo iba a solucionar, pero...

- ¿Qué más, Berta? ¿Qué más?

- Me haces daño...,- susurra asustada la extremeña.

- Y más que te voy a hacer si no me lo cuentas todo,- los ojos de Ángel estaban inyectados en sangre. Berta vuelve el rostro. Ángel la agita una vez más -. ¡Berta, por amor de Dios!

- Pero es todo culpa mía...

- ¿Por qué no dejas de decir esa estupidez?

- ¡Porque es verdad!,- Berta le grita a Ángel. Le mira a los ojos. Su mirada mezclaba ansiedad, tristeza y, sobre todo, culpabilidad. Ángel se apiada de ella y la abraza. Berta termina de desahogarse sobre su hombro -. Soy una idiota... Le dije que una amiga estaba pasando por lo mismo que tú... O al menos algo parecido... Le dije que mi amiga amaba a un chico que ya tiene novia... Dani, no sé cómo, se dio cuenta (quizás por mis gestos), y se enfadó conmigo. Es comprensible... Si ya estaba mal por amar a su amigo, que ya estaba enfrentado por amar a dos mujeres a la vez, y que ve que nunca podrá ganar a ninguna de las dos, imagínate que le digan que le aman a él...

Ángel la aparta de sí, asustado.

- ¿Amas a Dani?

El asentimiento de Berta fue la respuesta más contundente que Ángel jamás escuchó en su vida. Y como un valiente soldado que se adentra en el violento y horrendo mundo de la guerra, Ángel atraviesa la entrada del hospital.

miércoles, 13 de enero de 2010

CAPITULO 29

Ángel sabía que ese nerviosismo que le dio aquella mañana era por algo... No sabía muy bien qué era en ese momento, pero ahora... Si lo hubiera sabido entonces... Pero ya no podía dar marcha atrás. Ya estaba todo el daño hecho... Y se culpaba a sí mismo. Ángel saca otro cigarrillo de la cajetilla que acababa de comprar, pero el mechero ya no tenía líquido. Maldice el mechero al tiempo que lo tira al suelo. Hacía frío aquella tarde a las puertas del hospital, pero se apañaba con la chaqueta, con el cuello de la misma levantado y metiendo las manos en los bolsillos. Ángel mira al lado contrario de la entrada, pensando en todo lo ocurrido. Una mano se acerca a su boca y prende el cigarro que aún conservaba entre sus labios. Ángel se asusta un poco, pero agradece el fuego.

- Pero, si tú no fumabas...,- replica su acompañante.

- Ahí le has dado, Paty... No fumaba...

- ¿Cuántos llevas ya?,- Patricia mete la mano en su bolsillo y saca la cajetilla. Está casi vacía.

- No lo sé...,- Ángel se pierde entre sus pensamientos.

- Apenas llevamos una hora aquí y ya has acabado con todo un paquete...,- Patricia endulza su tono de voz. Ángel está cabizbajo. Está a punto de estallar -. ¿Por qué no has entrado?

Una gota se estampa contra el suelo. Al poco, el cigarro se le escapa de la boca y termina acompañando a la gota. Ángel silencia sus sollozos, pero no consigue quedarse de pie. Se queda en cuclillas y se lleva las manos al rostro. Patricia se arrodilla a su lado y le abraza por los hombros.

- Es todo culpa mía...,- solloza.

- ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Me lo puedes explicar?

- Que le dije a Dani todo. Que dejé a Emma por ti...,- Patricia se queda de piedra -. Tranquila, si él ya lo sabía... ¿Te acuerdas de la noche de la discoteca? Me invitó a salir para olvidarme de la idea de querer a dos mujeres a la vez, pero te vimos y... Bueno, ya conoces el resto...

- ¿Entonces?

- Entonces, en el plató, se lo dije. Dejé a Emma. Me acosté contigo. Y nos peleamos... ¡Todo es culpa mía!,- y Patricia le estrecha contra sí maternalmente.

- Te equivocas...,- los dos miran a la entrada. Se levantan. Ángel se seca las lágrimas -. Es todo culpa mía...

Berta estaba desconocida. Su semblante serio y apático, sus ojos rojos por llorar, su rostro inundado de lágrimas secas, su ronca voz de haber gritado... Era una verdadera alma en pena.

- No es tu culpa, Berta,- le dice Patricia, abrazándola. Berta no la responde igual -. Cuando le viste ya no podías hacer nada.

- Pero todo esto es por culpa mía...,- Patricia la mira a los ojos. Estaban vacíos, pero fijos en Ángel. Patricia se vuelve a él. Ángel mira al suelo.

- Bueno... Voy a volver dentro a hablar con los médicos, a ver qué tal...,- entra en el edificio.

Ángel y Berta estaban a poco más de un metro de distancia, pero se les veía tan distantes entre sí...

- Ángel...,- Berta consigue romper el hielo -. Será mejor que entres y le veas...

- No,- responde Ángel secamente volviéndole la espalda a su compañera.

- Pero Ángel...,- Berta se adelanta un par de pasos.

- Olvídalo... No le quiero ver... Le he hecho mucho daño. Todo es por mi culpa... Le dije...,- Ángel se muerde la lengua para no seguir hablando.

- ¿Qué? ¿Qué le dijiste?

- Nada... No le dije nada...,- las lágrimas recorren su cuerpo para buscar una salida.

- Ángel... Da igual lo que le dijeras. No fue tu culpa. Sois amigos desde siempre, y nada puede romper esa amistad...

- Excepto...,- murmura el catalán.

- Mira. ¡Me importa un bledo lo que le dijeras o dejaras de decirle! ¿Vale? ¡Lo que importa es que no fue tu culpa, sino mía!

- ¡Berta!,- Ángel se vuelve de repente. La mira a los ojos. La furia estaba a punto de poseerle -. ¡Ya te hemos dicho que no es tu culpa! ¡Hiciste lo que pudiste! ¡Ya sabes los hechos! ¡Fue al baño, rompió el espejo con un codazo, cogió uno de los trozos y...!

- ¡Pero no fue tu culpa!,- Berta le interrumpe.

- ¿Y cómo estás tan segura?

- ¡Porque te ama!

martes, 12 de enero de 2010

CAPITULO 28

Las maquilladoras se alejaron de ellos. Ángel no podía mirarle a los ojos. Estaba nervioso, otra vez. Dani se da cuenta y pone su mano en su hombro.

- ¿Qué pasa, Ángel?

Dani intentaba mirarle a los ojos, pero Ángel le esquivaba.

- Verás...,- responde Ángel -. Es que no lo puedo ocultar más, se lo tengo que decir a alguien, y tú eres el único en quien confío.

- ¿Qué pasa? Dímelo ya.

Ángel logra alzar el rostro. Sus ojos empezaban a empañarse.

- He roto con Emma...

- Oh...,- Dani no sabía cómo actuar, ni qué decir. Sólo podía mirarle con ternura y abrazarle -. ¿Cuándo?

- Pues... la semana pasada...

- ¿Qué ocurrió?,- Dani le sujeta el rostro entre sus manos.

- Pues...,- Silencio -. Que se lo dije, Dani... Se lo dije...

Dani le mira extrañado, pero pronto se da cuenta.

- ¿Le dijiste...?,- alza la voz sin querer. Se calla, mira a su alrededor, se acerca a su amigo y murmura -. ¿Le dijiste que te gusta Patricia?

- Sí...

- ¿Y cómo se lo tomó?

- Pues...,- Ángel se acaricia la mejilla.

- Comprendo.

- Y me lo merezco, porque hacerle eso a Emma es una cerdada.

- ¿Crees que Emma estará bien?

- No lo sé, la verdad... La amo tanto aún que... Pero bueno, cambiando de tema...,- Ángel se limpia las lágrimas y cambia a una alegría falsa -. ¿Y tú? ¿Me vas a contar por qué me dejaste solo aquella noche?,- Dani se queda petrificado. Su rostro vuelve a tornarse seco y distante. Ángel se vuelve serio -. ¿Por fin me vas a contar lo que te pasa desde entonces?

- Nada. Como vi que estabas cada vez más borracho, me ofrecí a acompañarte a casa, pero... Un momento... ¿Cómo te acuerdas de todo? ¡Si estabas que no te tenías en pie!

- Patricia me lo contó todo...

- ¿Cómo?

- Sí. Nos encontramos más tarde... En su cama...

Dani le miraba con los ojos abiertos de par en par.

- ¿Quieres decir que... Patricia y tú...?,- y choca sus dos dedos índice.

- ¡No, no! Si no pasó nada,- Ángel se sonroja.

- Así que por eso fue la bofetada de Emma... Le confesaste que...

- ¡Que no pasó nada, cony!,- Ángel tuvo la precaución de bajar el tono de su voz, pero no su firmeza -. Al menos aquella vez...,- Ángel vuelve el rostro.

- ¿Que hubo otra? ¿Y en esa sí que...?,- Ángel no se volvía. Dani se levanta de la mesa, enfadado. Pero esta vez de verdad -. La verdad, Ángel, no me esperaba esto de ti -. Se inclina hacia él, y le susurra al oído -. Si te gusta un compañero del trabajo, te lo callas. Es más, se intenta echar esa idea absurda de la cabeza. ¡Joder, Ángel! ¡Que estabas con Emma! Y romper esa relación que tantos años os costó por culpa de... de...

- ¿Qué ibas a decir?,- Ángel se levanta enfadado.

- ¡Nada! ¡No iba a decir nada!,- ya no eran conscientes del control de su voz. Todos les miraban atónitos.

- ¡Sí, ya! ¡No lo dices, pero lo piensas!

Varios miembros del equipo corren hacia ellos para separarlos a tiempo, porque estaban a punto de llegar a las manos.

- ¡Calmaos ya, por favor!,- grita Gonzalo, interponiéndose entre ellos -. ¡Un poco de seriedad, chicos! Estáis asustando al público. Y vamos a entrar en dos minutos. Calmaos y seguid con el programa. Ya lo habláis en la calle...,- Gonzalo se calla en seco. Se lleva la mano a los auriculares y eleva un poco la mirada -. Nada, tranquilo... Una tontería... Sí, ya les...- Gonzalo avanza tras las cámaras -. Que sí... Ya les he dicho que se calmen y...

Ángel y Dani se mataban con la mirada. El resto del equipo les hablaba. Dani, enojado, se da la vuelta y sale del plató.

- ¡Dani!,- se oye a Gonzalo gritar -. ¿Adónde vas ahora?

- ¡Gonzalo!,- grita Ángel -. Tranquilo, ya lo termino yo.

- Ya... Pero, ¿y su sección? ¿Qué hacemos ahora?,- vuelven a hablarle por el auricular -. Bueno, ya no hay tiempo. Cinco. Cuatro. Tres,- Gonzalo se calla y le indica a Ángel el resto de la cuenta atrás con los dedos.

- Hola de nuevo,- Ángel disimulaba mal su enfado -. Disculpen a mi amigo, pero se ha tenido que ir a cambiarse porque no le daba tiempo. En fin, vayamos ya a...,- Ángel es interrumpido por un grito fuera del plató. Todos miran a todas partes, hasta que Berta aparece en el plató fuera de sí. Todos corren hacia ella. Lloraba. Gritaba. No se sabía lo que decía. Tan sólo se podía distinguir un constante "Dani" en su voz.

lunes, 11 de enero de 2010

CAPITULO 27

No se atrevió a preguntarle nada durante el resto del día, pero aquel nerviosismo que se apoderó de él desde primera hora de la mañana sin saber el por qué, se hacia cada vez más insostenible. Ángel se reía de sí mismo. Estaba tan nervioso como el día del casting de la Paramount... Pero tenía que olvidarse de todo aquello para poder hacer su sección.

Patricia se salió con la suya. A pesar de que Ángel le pidiera y le rogara que no fuera a hacer el programa, ella hizo oídos sordos y fue. Ángel ya la conocía. Patricia era una mujer fuerte. ¿Y qué si vomita delante de las cámaras? Lo último que pensaría la gente es porque está embarazada.

Pero el programa sigue... Y ya le tenía a su lado, echando un ojo al guión. Su semblante serio era demasiado frío. Sus ojos no tenían un ápice de alegría. Era como si su Dani, el Dani que siempre conoció, se hubiera esfumado y le hubieran suplantado por un robot. Patricia habla a cámara dando paso al informativo.

- Bienvenidos a ¿Qué está pasando?,- responde Dani, con la mirada fija a la cámara.

- El informativo quinki de la televisión,- a Ángel le costaba hacer su papel. Tartamudeaba.

- ¿Cómo que quinki? ¿Cómo que quinki?,- Dani se vuelve a su amigo, sonrisa nerviosa y gesticulando sólo como él sabe hacerlo.

- Sí,- el tono de voz del enano denotaba cierta cohibición -. Somos los quinkis de la televisión,- Ángel se deja caer en el respaldo de su silla.

- Perdona, pero el quinki lo serás tú,- responde Dani, enfadado -. Porque yo soy un presentador respetable y respetuoso, que pone la verdad por delante y no se mete con nadie por ganar un par de puntos de audiencia.

- Ya, pero bien que te alegras cuando ganamos algo de audiencia, ¿eh?

Dani muestra esa sonrisa tan pícara...

- Sí... Me alegro mucho...,- murmura Dani. De repente, alza la voz -. ¡Pero no es porque nos metamos con los compañeros de otras cadenas, sino porque informamos de manera formal y educada!

- Marica...,- murmura Ángel entre dientes, mirando a otro lado.

- ¿Perdona?,- Dani le mira fijamente, apoyando su brazo en la mesa y levantando la ceja -. ¿Has dicho algo?

- ¿Yo? Nada...,- le responde. Al momento vuelve a susurrar igual que antes -: Marica...

- Haré como si no hubiera escuchado nada...,- responde enfadado Dani, mirando a cámara -. La primera noticia de hoy...

Ángel intentaba deshacerse de ese molesto estado de ansiedad que le poseía, y siguió con el informativo lo mejor que pudo. Hasta que les dicen algo por el pinganillo.

-...Bueno, vale,- responde Dani, con la mano en la oreja -. Tú dirás lo que quieras, pero después de la publicidad,- sonrisa agradable y apoyado con el brazo en la mesa. Aplausos. La cámara se aleja de ellos y corte.

Las compañeras de peluquería acuden a ellos para repasar el peinado de Dani, que su amigo, para hacer la gracia, le deshizo. Dani se coloca la corbata. A Ángel le secan el sudor de la frente.

- Esto...,- susurra Ángel -. Dani...

- Dime, Ángel.

- ¿Te importa que hable un momento contigo?

- ¿De qué se trata?

Tras unos segundos en silencio...

- Chicas... ¿Nos podéis dejar solos?

domingo, 10 de enero de 2010

CAPITULO 26

Ángel entró en los estudios poco después de que lo hiciera Patricia. Lo acordaron así para que nadie sospechara que están juntos. Cuando salieron de su casa tuvieron la mayor precaución de que nadie los viera. Ángel sería el primero en salir, y, si alguien le preguntaba, diría que fue a buscar a Patricia para llevarla al programa. Por suerte, nadie se les acercó. Al llegar al edificio, acordaron que Patricia sería la primera en entrar y que Ángel esperaría unos minutos en el coche.

- Buenos días, señor Martín,- responde la recepcionista, siempre con una sempiterna sonrisa en su rostro.

- Buenos días,- responde Ángel, forzando una sonrisa y levantando la mano. No sabía muy bien por qué, pero se sentía culpable. Quizá por el hecho de acostarse con Patricia.

Ángel toma el ascensor y sube a la planta de su despacho. El pulso se le aceleraba cada vez que ascendía un piso más. Lo vio... Ahí estaba... Mira que es grande el parking del edificio y tuvo que aparcar al lado.

Las puertas se abren. Uno de los guionistas pasó de largo ojeando unos folios. A Ángel le dio un vuelco el corazón... Creyó que era... En fin, tarde o temprano tendría que sentarse a su lado; al fin y al cabo, comparten mesa de trabajo.

- ¡Buenos días, chicos!,- dijo al equipo, ya sentado delante de los ordenadores. Todos le respondieron de la misma manera.

Se fue directo a la puerta, cerrada, del despacho, pero en el último instante cambia de dirección y se planta delante de la máquina de café. Al coger su vaso, las manos delatan su nerviosismo. Toma un sorbo. Prepara otro vaso. Se vuelve a acercar a la puerta del despacho. Se queda inmóvil. Decide abrir, pero tiene las manos ocupadas. No sabe cómo llamar. La voz no le sale. Al final se decanta por dar unos pequeños puntapiés en la puerta.

- ¡Entra!,- oye contestar de dentro. Esa ronquera esa inconfundible... Era él...

- Eso quisiera yo...,- responde él. Se sorprende de que le oyera con el hilo de voz con que lo dijo.

Dani le abre y toma el vaso de café que le acababa de preparar su amigo.

- Buenos días, Ángel,- responde justo antes del primer sorbo. Justo en el momento en que el líquido marrón toca sus labios, abre los ojos de par en par, toma a Ángel del brazo y le sienta a su lado -. Mira,- busca entre los folios que pueblan la mesa -. Han encontrado un par de noticias en Vertele que seguro sacas algo...

- ¿Ya? ¿Tan pronto nos han pillado?,- piensa Ángel. Dani le entrega un folio. Ángel coge el folio con cierto miedo, pero la sonrisa tan característicamente pícara de su amigo le calma.- "Belén Esteban presenta su libro de cuentos infantiles",- Ángel hace una mueca extraña.

- ¿Qué te parece?

- Que debe de ser una broma...

- Yo también lo pensé. Pero no, es real. Parece ser que ha escrito un libro para los niños pensando en su hija.

- Bueno... Pues sí... Algún sketch se puede sacar, pero... Pero este no es el motivo...,- deja el folio en la mesa.

- ¿Qué te pasa, Ángel?,- Dani se da cuenta del triste rostro de su amigo.

- Tenemos que hablar...

- ¿De qué?,- Dani se asusta -. No me asustes, Ángel... ¡No me digas que estás embarazado! Ya te dije yo que aquella bolsa del Carrefour no servía como preservativo...

- No es broma, Dani...,- le mira a los ojos. Dani se asusta de verdad.

- No me digas...,- se levanta y cierra la puerta -. No me digas que no me renuevan.

- Tampoco es eso...,- Dani respira aliviado -. Es sobre ayer... Tu actitud...

- Tranquilo... Tan sólo es que tuve un mal día...

- ¿Uno sólo? Dani... Llevas así desde la noche que nos encontramos con Patricia... Y ya va para tres meses... ¿Te ocurre algo? ¿Tiene que ver con Patricia?

- No... No es eso...

- ¿Entonces?

- Entonces...,- de repente, Dani se sienta raudo en su silla -. Entonces hagamos el guión ya, que si nos ponemos a parlotear, ¡se nos va a echar el tiempo encima!

Ángel no quería darse cuenta, pero lo sabía. A Dani le pasaba algo, pero se calló. No era el momento ni el lugar.

sábado, 9 de enero de 2010

CAPITULO 25

Ángel no podía dormir. Se pasó toda la noche con los ojos abiertos, mirando fijamente el techo. No se podía quitar de la cabeza la actitud tan extraña de su amigo aquella tarde. Debía averiguar lo que le pasaba. Y todo empezó aquella famosa noche... Quería... Debía... ¡Necesitaba hablar con él! Ese distanciamiento que se empezaba a formar entre los dos no era buena señal. Cuando eran jóvenes, se lo contaban todo, los secretos más inconfesables, las buenas nuevas, incluso los peores momentos. Y ahí estaba el otro, para ayudarle en lo que fuera.

Ángel recuerda aquella vez que, hará unos doce o trece años, cuando él mismo tuvo aquel horrendo flirteo con las drogas... Y Dani estuvo ahí, siempre, a su lado. A pesar de alejarle de su vida, a pesar de mentirle, a pesar de sisarle, a pesar de, incluso, golpearle, Dani le ayudó y consiguieron que él lo dejara (quizá por eso Ángel no fuma).

O aquella vez en que Dani, poco después de sus inicios en los monólogos, un grupo de bárbaros le esperaron a la salida del garito y le dieron una señora paliza, según parecía, por ciertos comentarios de su monólogo que no gustaron. Pero ahí estuvo él. Apareció en el momento oportuno. Saliendo del lugar por la puerta principal, se dirigió al momento al callejón para comentarle la actuación, y vio a aquel enjambre acribillando a puñetazos un bulto tirado en el suelo. Cuando vio asustado que se movía, acudió en su ayuda, sin pensárselo dos veces. Los dos terminaron en el hospital, pero salvaron la vida (sobre todo a que Ángel tuvo la sangre fría de llamar antes de entrometerse en la pelea a la policía).

Por todo lo que vivieron juntos, Ángel se merecía una respuesta a la actitud de Dani. ¿Qué demonios le pasaría? Pero algo le aleja de estos pensamientos por un instante. Ángel nota un pequeño peso sobre su vientre a la vez que le aprisiona el costado. Ángel no se puede mover. Sólo el cuello. Mira a su lado. Sonríe.

- Por lo menos esta vez me acuerdo de todo,- piensa.

Era la segunda vez que estaba en aquella cama. Patricia le abrazaba, con el rostro tapado por su cabello y la almohada.

- ¿En qué piensas?,- le pregunta adormilada.

- En nada...

- Mentiroso...,- se acomoda -. Cuéntamelo, anda. Es Dani, ¿verdad?

- ¿Tú también lo has notado?

- Durante todo el programa le veía raro, sí. Pero fue en su sección donde me di cuenta. Ni siquiera me miró en ningún momento,- se sienta -. ¿Sabes si le he hecho algo?

- No lo sé, pero no lo creo,- la toma de las manos -. Ya sabes que Dani te quiere mucho, y si le hubieras hecho algo, él te lo habría dicho...

- ¿Y él no te ha dicho nada a ti?

- ¿A mí? ¡Qué va! Si al final del programa ni siquiera pude hablar con él. Se fue como alma que lleva el diablo,- se quedaron un rato en silencio, mirando sus regazos -. Me preocupa, Patricia. Es mi amigo, y nunca le había visto así. Sé que hay algo que le ronda la cabeza, pero...

- ¿Quieres que mañana hable yo con él?

- ¡No, no!,- el sobresalto de Ángel asustó a Patricia -. No quiero que te lleves una bofetada por nada. Déjame a mí, que le conozco desde siempre y sé cómo tratarle,- la besa en la mejilla -. Y ahora duerme, princesa meva, que mañana nos espera un día duro.

- Me encanta cuando me hablas en catalán...,- responde la rubia, besándole en los labios para después, tumbarse en la cama a su lado y abrazarle, posando su cabeza en el pecho del catalán.

viernes, 8 de enero de 2010

CAPITULO 24

- ¿Todo bien por aquí?

Berta asomaba tímidamente la cabeza por la puerta. Ángel y Patricia sonríen sonrojados.

- ¿Ya os habéis dicho lo que os teníais que decir?,- Berta avanza hasta ellos -. Patricia... ¿Ya le has dicho que...?,- Patricia afirma con la cabeza.

- ¿Ángel?,- Berta mira a su compañero.

- Está todo dicho,- responde Ángel, cogiendo a Patricia de las manos y mirándola a los ojos.

- Entonces... ¿Hay programa hoy?

- ¡Sí, claro!,- y se levantan para ir al plató, dispuestos a dar lo mejor de sí mismos.

En el programa seguía todo igual. Nadie que supiera lo que pasó minutos antes pensaría que había algo más entre los dos. Se respiraba una química especial, un ambiente de compañerismo más fuerte que otras veces. Durante toda la sección de Ángel hubo infinidad de miradas y gestos cómplices, ideales para dar de comer las perversas mentes de sus fans en internet. En los sketches se respiraba un aire especial. Se miraban y sonreían sin necesidad.

Con Miki, la actitud de la rubia era el de siempre, pero muy diferente con respecto a como se había portado con Ángel... Con Miki tenía esa complicidad de compañerismo de hace años, pero con Ángel... Era diferente. Era... amor.

Llegó la hora del informativo. Ángel y Dani hicieron la típica payasada del inicio, pero al empezar en serio... Ángel seguía tan incisivo como siempre, pero con un brillo especial en los ojos, pero Dani... Dani se mostraba serio, formal... y, sobre todo, seco. Muy seco. Sobre todo en los diálogos con Ángel.

Cuando salían a relucir los chistes sobre la inclinación sexual de Dani, éste se mostraba enfadado o pícaro (según fueran los comentarios de su compañero), pero se notaba el enfado como más real de lo que era, o la picardía como más artificial. Y Ángel lo notaba. Y se asustaba. Notaba que la discusión guionizada que tenían era más real que ficticia. Y el rostro le delataba.

Por fin acabó el informativo, pero aún quedaba su sección. Y la complicidad que había entre Patricia y Dani se evaporó. Aunque Dani lo disimulara, todos sabían que aquello que hubo entre los dos ya desapareció. Dani, durante los pocos minutos que tuvo de sección, no miró nunca a Patricia. Patricia mostró un rostro entristecido, a pesar de disimularlo con sonrisas forzadas.

Al acabar el programa, Ángel quiso hablar con Dani, pero éste cogió el coche y se fue.

jueves, 7 de enero de 2010

CAPITULO 23

- Todo es culpa mía...,- susurraba sin cesar Ángel. Se separaba poco a poco de Patricia. Miraba al suelo.

- No es cierto, Ángel,- le responde Patricia, con cierta desesperación en su rostro -. Si no hubiera sido por ti, no sé qué me habría pasado.

- No trates de animarme,- le da la espalda -. Todo lo que toco se convierte en mierda.

- ¡Ángel, no digas eso ni en broma!,- Patricia le toca el hombro, haciendo que se vuelva. Le mira a los ojos -. Es cierto que estabas tan borracho que no te podías levantar, pero lo hiciste. No sé cómo pero lo hiciste... Si no hubieras conseguido levantarte en ese momento... Si en vez de ayudarme te hubieras ido... Si no hubieras cogido aquella botella...

- ¿Cómo?

- Conseguiste levantarte. Cogiste una botella de las que había en aquel callejón. Avanzaste todo decidido hacia él por detrás. Y le estrellaste la botella en su cabeza. Lo único que lamento es que lo hicieras cuando se subía los pantalones...,- Patricia llora. Ángel la abraza.

- Lo siento mucho... Si no hubiera bebido aquella noche...

- Si no hubieras bebido... probablemente yo no lo contaba... Fue un auténtico milagro encontrarte en ese preciso momento,- Patricia le toma del rostro y le mira a los ojos -. Gracias.

Y los dos se besan apasionadamente durante unos segundos para luego fundirse en un casto abrazo.

- Patricia...,- le dice Ángel al oído -. Con respecto al bebé...

Patricia le mira y pone su dedo en la boca del catalán mientras sisea dulcemente y niega con la cabeza.

- No rompas la magia.

- Tan sólo quería decirte que qué piensas hacer.

Patricia baja el rostro. Al poco, levanta los hombros.

- No lo sé, la verdad...

- Yo pensaba... Como ya no estás con Dani... Y espero no equivocarme con lo que acaba de pasar... Y como aún siento que todo esto que te ha pasado ha sido por mi..., pues...

- ¿Qué, Ángel?

- Que, si no es mucha molestia, me gustaría ayudarte con el bebé... Si tu quieres, claro... Sé que no es sangre de mi sangre..., pero lo cuidaría como si fuese mi propio hijo... Si tú quieres, claro...

Patricia es interrumpida cuando iba a responder por unos golpes en la puerta.

miércoles, 6 de enero de 2010

CAPITULO 22

- Verás...,- Patricia le mira a los ojos -. Es normal que no te acuerdes. Ibas muy borracho...

- Patricia...

Patricia le apretó con más fuerza las manos.

- Sí que te acuerdas cuando nos encontramos en aquella discoteca, que luego tú te fuiste sin más...

- Es que estaba con Dani... Pero se fue...

- Bueno, pues el asunto es que mis amigas me llevaron de discoteca en discoteca. Aún no había superado mi ruptura con Dani, y me llevaron para intentar divertirme un poco. Y..., bueno..., no sé si tú alguna vez rompiste con alguien...,- Patricia se calla al ver la mirada triste de Ángel -. Perdona...

- Tranquila...,- solloza el catalán -. Sigue...

- Pues en cada discoteca, mis amigas me presentaban a chicos para que hablara con ellos, saliera a bailar... Ya sabes, ¿no? Y en una discoteca, pues me presentaron un chico muy majo. Alto, moreno, simpático...,- la voz de Patricia se entrecortaba por el llanto. Ángel la acaricia la mejilla -. El caso es que al poco me fui al baño... Y estuve meditando con lo que estaba pasando... Mis amigas me estaban buscando un nuevo novio... Cuando aún tenía fresca la memoria de Dani... Porque aún le quiero, ¿sabes?

- Por favor, no te desvíes del tema...

- Sí... Bueno, cuando salgo, me le encuentro en la puerta. No me dejaba pasar. Yo le pedí que me dejara salir, pero él me lo impedía... con una sonrisa...,- un escalofrío recorrió su cuerpo -. Pensaba al principio que estaba de broma, pero me metió dentro del baño... me... me... me cogió de las muñecas y...,- Patricia se agarra las muñecas y llora. Ángel, que la comprende, la abraza. Patricia se desahoga en su hombro -. Conseguí zafarme de él por un momento, pero en vez de salir por la puerta, no encontré otra salida que la ventana del baño. Conseguí asomarme un poco y... y...

- ¿Y?

- Te vi...

Ángel abre los ojos. Deja de acariciarla el cabello y la mira a los ojos.

- ¿Cómo que me viste?

- Sí... Estabas en la pared... "Desaguando"... Te llamé a gritos. Me oíste. Acudiste a mí. No sé cómo aún te mantenías en pie... Conseguiste sacarme de ahí... Él salió por la puerta y nos encontró. Tú te encaraste con él, pero vio que apenas te mantenías en pie y te empujó... No te pudiste levantar... Yo tampoco...

martes, 5 de enero de 2010

CAPITULO 21

- ¿Cómo que no está de gira?

Ángel era el que no se lo creía. Patricia se da la vuelta, pero no le sirvió de nada. Ángel sabía que estaba llorando.

- Patricia...,- trata de acercarse -. ¿Es que acaso ya ha vuelto?

- ¡No te hagas el tonto, Ángel!,- le grita -. Sabes muy bien a qué me refiero.

- Pero...

La abraza por los hombros, pero Patricia huye de él. Ángel se fija en sus ojos, en su mirada. Llena de terror.

- ¿Se puede saber qué te pasa? ¿Me lo puedes explicar todo, por favor?

- Verás... Aquella noche... en la discoteca... te dije que estaba con unas amigas porque estaba sola en casa ya que Dani se fue de gira... No es verdad... Me obligaron a salir con ellas porque estaba sola...

Ángel al fin comprende. Baja la cabeza y suspira.

- Lo siento, Patri. No lo sabía...

- Nadie lo sabe. Tan sólo ellas... tú... y Berta... Cuando antes, en mi camerino, llegó ella y se lo dije. Y ella se ha empeñado ahora en que yo te lo diga todo...

- Pero, ¿estás embarazada de verdad?

- Sí.

- ¿Y seguro que no es mío? ¿Ni de Dani?

- ¡Cómo va a ser de Dani si rompimos hace seis meses!

- Entonces... ¿de quién es?

- Ángel...,- se adelanta tímida. Le coge de las manos. Las mira. Ángel la mira a ella. Patricia tiembla. Suda -. Prométeme que no se lo dirás a nadie. Esto que te voy a contar sólo lo sabemos Berta, tú y yo. Ni siquiera mis amigas lo saben.

- ¡Eh!,- la levanta el rostro y la mira tiernamente a los ojos -. Somos amigos, ¿no? Me lo puedes contar todo.

lunes, 4 de enero de 2010

CAPITULO 20

Patricia le miraba incrédula. No se lo podía creer, y sin embargo...

- ¿Cómo que se ha ido de casa?

- Sí... Me levanté esta mañana y no estaba...

- Bueno... A lo mejor se fue a hacer algunos recados y...

- Que no, Patricia. Que se ha ido. Que se ha llevado sus cosas. Que me ha dejado...

- ¿Por qué?,- Patricia sabía la respuesta, pero dijo la pregunta de forma automática.

- Se lo dije... La dije que te amo. Sí, Patricia. Te amo. Te amo con locura desde hace un tiempo. Y he estado luchando contra ello desde entonces, porque amo también a Emma. Pero no aguanté más y se lo dije anoche.

- Pero, ¿qué le dijiste exactamente?

- Que te amo... Y que estás embarazada...

- No le dirías que...,- Ángel asiente con la cabeza -. ¡Ángel! ¡Estás loco!,- Patricia se levanta y da vueltas por el cuarto.

- Sí. Estás en lo cierto. Estoy loco... Loco por ti. ¡Loco de remate!,- Ángel se levanta y trata de abrazarla, pero Patricia le huye.

- ¿Y le dijiste también que...?

- ¿Lo del niño? ¡Claro! Yo no soy ningún irresponsable al despreciar a mi hijo.

- ¡Que no es tu hijo! ¡Que no pasó nada aquella noche! ¿Es que nunca te va a entrar en esa cabezota que tienes?

- Pero... ¿y aquella mañana que amanecimos en tu cama? ¿Y sudados? ¿Y tu prueba de embarazo?,- la mira el vientre -. Porque aún no se te nota...

- Sí, estoy embarazada. Me has descubierto, ¿vale? ¿Contento?

- ¡Sí! ¡Y más cuando le pueda tener entre mis brazos!,- vuelve a intentar abrazarla.

- ¡Que no es tuyo!

- ¿Y de quién entonces? Porque de tu Dani no, que dijiste aquella noche que está de gira.

- Dani no está de gira...

domingo, 3 de enero de 2010

CAPITULO 19

Ángel llevaba toda la mañana encerrado en su camerino. Todo el mundo se interesaba por él. Era extraño verle tan triste. Todos le preguntaban, pero él tan sólo respondía que no quería hablar con nadie. Pero era inevitable que alguien pasara a verle. Todos temían cualquier cosa por su parte.

- ¿Ángel?,- preguntan desde fuera del camerino.

- Ya os he dicho que no quiero hablar con nadie,- se le notaba cierto enfado en su tono de voz -. Dejadme en paz ya. Por favor.- El pomo se mueve. La puerta se abre -. ¡He dicho que me dejéis solo!,- y lanza lo primero que tiene a mano contra la puerta.

- No tires, que soy yo, Berta.

- Vete...,- responde secamente.

Berta no hace caso y entra, con cierto miedo. Ángel, desesperado, le da la espalda. Berta se le acerca lentamente. Ángel la ve por el espejo de su tocador.

- Ángel... Tan sólo quiero hablar contigo. No quiero que te enfades. Tan sólo vengo a decirte una cosa... Y me da igual si tú quieres decirme lo que te pasa hoy, estás en tu derecho de decirlo o no, pero esto creo que es importante,- logra posar sus manos en los hombros del catalán.

- Dime...,- Ángel suspira.

- Que tienes que hacer un programa hoy. Intenta olvidar por dos horas lo que te ha puesto de mal humor y que no afecte al programa. Luego ya puedes jurar en arameo todo lo que quieras, pero en el programa intenta ser el de siempre,- Berta pasa su mirada de Ángel al espejo -. Por favor.

- Lo intentaré...,- responde Ángel, a regañadientes.

Berta le besa en la mejilla, sonríe y le revuelve el cabello.

- Así me gusta.- Se dispone a irse -. ¿Quieres algo? ¿Un poco de agua?

- Vale...

Berta sale del camerino contenta. Ángel se mira al espejo. Aún no lo ha podido digerir. Todo ha sido tan rápido... Pobre Emma... El daño que la hizo anoche no se lo va a perdonar nunca. Aun el mayor martirio del mundo no sería suficiente para olvidar el daño que la hizo al decir esas barbaridades. Porque le parecieron barbaridades. Al poco, Ángel abandona esos pensamientos al oír una pequeña discusión fuera, en el pasillo. Dos voces susurrantes. Familiares. Se acercan. Están junto a la puerta. El picaporte se mueve. La puerta vuelve a abrirse. Ángel se vuelve.

- Que no... Que no... Déjame... No...,- susurra una de las personas que estaban hablando, entrando, a la fuerza, en su camerino, de espaldas. La puerta se cierra.

- Hola...,- susurra Ángel, dándose la vuelta.

- Hola...,- sonríe forzadamente Patricia. Silencio -. Hay que ver cómo es esta Berta, ¿eh?

- Si...,- Ángel no puede ni ver el reflejo de su amiga. Sus ojos no son dignos de tal privilegio.

- Ángel, mira...,- Patricia estaba muy nerviosa -. Yo no quiero estar aquí, y tú no quieres que yo esté aquí, así que...,- y se da la vuelta para salir.

- Sí quiero...

- ¿Cómo?,- Patricia se para en seco.

- Emma... Emma...,- y Ángel termina por llorar.

Patricia, conmovida, se acerca a él y le abraza por los hombros.

- ¿Qué pasa con Emma?

Ángel la mira a los ojos.

- Emma se ha ido de casa.

sábado, 2 de enero de 2010

CAPITULO 18

- Emma...

Ángel la miraba a los ojos. No se podía creer lo que estaba a punto de hacer, de decir. La tomaba de las manos entre dulce y fuertemente, como si temiera perderla para siempre.

- Ángel...

La voz de Emma sonaba quebrada. Ángel notaba un brillo especial en sus ojos, aquel brillo que él vio por primera vez, cuando se conocieron.

- Emma,- le dice -. Sabes que te quiero. Eres mi vida, mi razón por la que yo existo en este mundo. Sabes que haría cualquier cosa por ti, arriesgaría mi vida por verte feliz. Que siempre estaré a tu lado y que jamás te abandonaría, ya que eso te haría daño, y no quiero hacerte daño.

- Ángel...,- la voz de Emma se desvanecía poco a poco -. ¿Qué te pasa?

- Emma. Recuerda que te amo y te amaré por siempre.

- Ángel. Me estás asustando...

- ¡No! ¡No!,- se acerca a ella, con la mirada asustada -. ¡Eso nunca! ¿Me oyes?

Ángel la acaricia el cabello. Emma derrama una lágrima. Nunca antes había estado tan "excesivamente" romántico.

- ¿Te... te acuerdas de la otra semana? ¿Aquella que tan raro estuve?

- Sí...

Ángel toma aire antes de continuar.

- La razón es que... Patricia... está...,- no le salía la palabra. Emma le miraba extrañado, hasta que comprende.

- ¿Embarazada?,- pregunta alegre -. ¿Patricia está embarazada? ¡Eso es maravilloso! ¿Y por qué no me lo habías dicho antes? ¡Tengo que llamarla para felicitarla! ¡A ella y a Dani!

- No es Dani...,- la interrumpe, cabizbajo.

- ¿Cómo?,- pregunta Emma, sin comprender, y con la sonrisa aún en el rostro.

- Que el padre no es Dani...

- Entonces... ¿quién?,- Emma mira a Ángel. Éste seguía con la mirada en el suelo. El rostro de Emma empezó a cambiar. Sus ojos se empañaron, su sonrisa forzaba seriedad, su voz se quebraba -. No... No... Ángel, dime que no. No es verdad. No puede ser...

- Sí lo es...,- a Ángel también le costaba articular palabras.

- Pero, ¿cómo?

- Aquella noche que salí con Dani... Nos encontramos con Patricia... Y eso es lo último que recuerdo... El alcohol me ha borrado el resto de la noche. Lo siguiente que recuerdo es despertarme en su cama...

- Pero..., ¿seguro que es...?

- Sí... Estoy seguro... Aunque ella niega siempre que pasó algo, pero las pruebas...,- Emma no le dejó terminar. Le abofetea.

- Ángel. Sé que tú nunca serías capaz de algo así. No es propio de ti. Pero lo has hecho. Ángel, yo también te amo, y sabes que te apoyaré y ayudaré en todo lo que necesites, pero esto... Habría aceptado que te enamoraras de Patricia, habría aceptado que te acostaras con ella una sóla noche, pero el que además la hayas dejado embarazada... Lo siento, Ángel, pero no puedo con eso...,- y se da media vuelta y se mete en la habitación. Ángel lloraba en silencio, al igual que Emma. Y llorando se durmió.

viernes, 1 de enero de 2010

CAPITULO 17

Ángel se pasó toda la noche en vela, mirando el techo de su habitación, recordando el día. El programa estuvo a punto de suspenderse, debido a que ni él, ni Patricia, ni Dani se sentían con fuerzas para hacerlo. A última hora se tuvo que buscar a unos sustitutos y retocar ciertos detalles del guión. Berta tuvo que hacerse cargo del papel de su amiga (quien, por cierto, Ángel notó igualmente rara... Serán los nervios de tener que sustituir a Patricia, se dijo a sí mismo). Alberto volvió a su trabajo del verano, esto es, presentar la sección de Ángel, siendo éste a su vez sustituido por Jose y Mario. ¿Y Dani? Su sección acabó presentándola Rober.

Pero aquello no podría seguir. Necesitaban volver al programa, pero después de todo aquello...

Emma se revuelve entre las sábanas. Ángel la mira. Estaba tan guapa... Le recordaba mucho a Patricia... a aquella mañana al despertar...

- ¿Qué hago?,- se pregunta a sí mismo, volviendo la mirada al techo -. ¿Se lo digo? ¿No se lo digo?

A punto estuvo de llorar.

Aquellas preguntas rondaban su cabeza tan rápidamente que se empezaba a marear. Necesitaba aire. Se levanta de la cama y, sigilosamente, sale de la habitación para ir al baño. Se moja la cara y se mira al espejo, pero no le gusta lo que ve. Ve a un hombre enamorado de dos personas a la vez. Ve a un hombre que, estando ligado a una de esas personas, destrozó la pureza de la otra. Una persona que, intentando escapar de su responsabilidad, le echa la culpa a su mejor amigo. No le gusta el rostro de ese hombre. Y en un impulso, planta su mano en el espejo, como si quisiera arrancarle el rostro a ese horrible reflejo.

Entra en el salón. Se sienta en el sofá. Reflexiona. O al menos lo intenta. A pesar de que la oscuridad envolvía la habitación, él podía percibir nítidamente todos los objetos que había ahí: los muebles, los adornos, la televisión, las fotos... Parecía que todos le miraban, posaban sus afilados ojos en su llagada piel. Sentía un dolor físicamente imperceptible, pero que internamente le mataba.

Para relajarse se acerca al teclado que tenían ahí. Su teclado. Y comienza a tocar teclas. La mente funcionaba al cien por cien, pero sus ganas de practicar se habían evaporado. La melodía que comenzó a formarse le era conocida. The whispers in the morning/of lovers sleeping tight/are rolling by like thunder now/as I look in your eyes. Una imagen volvió a su mente. I hold on to your body/and feel each move you make/your voice is warm and tender/a love that I could not forsake. Aquellos sentimientos que trataba de erradicar de su alma reaparecieron. Lost is how I'm feeling/lying in your arms/when the world outside's too much to take/that all ends when I'm with you. Aquel rostro se acercaba peligrosamente a su boca. Even though there may be times/it seems I'm far away/but never wonder where I am/'cause I am always by your side. Y se dejó llevar. 'Cause I am your lady/and you are my man/whenever you reach for me/I'll do all that I can.

- ¿Ángel?

Emma le estaba viendo desde la puerta del salón. Ángel abre los ojos asustado. Emma se le acerca y le abraza por detrás.

- ¿Qué haces a estas horas tocando?

- No podía dormir...

- Es por el programa, ¿verdad?,- Ángel asiente, avergonzado -. ¿Me lo cuentas?

- No creo que debas saberlo...

- ¿Prefieres, entonces, pasarte el resto de tu vida en vela?,- le pregunta Emma, irónica.

Ángel, cabizbajo, se vuelve y, sin poder mirarla a los ojos, le toma de la manos. Emma se arrodilla ante él y le mira fijamente. Ángel traga saliva, se envalentona, y se fija en sus pupilas.