viernes, 15 de enero de 2010

CAPITULO 31

Ángel llegó hasta la puerta de la habitación donde se encontraba Dani. Estaba cerrada. Se quedó de pie, delante de ella, sin poder moverse. La mano apenas le obedecía. Logró alzarla, sí, y transformarla en un puño, pero no podía llamar a la puerta. Estuvo dudando durante unos instantes, pero no consiguió reaccionar. Unas voces sonaban dentro. Acercó la oreja y escuchó con atención.

- Fill meu, estàs bé? Ens has espantat molt. Es pot saber en quins dimonis estaves pensant? Gairebé ens dóna un infart quan ens van cridar de l'hospital! Segur que estàs bé? Mira que ens pots contar-lo tot. És per una noia? Elena? Heu trencat? Et volem molt, i per això no ens importa gastar-nos tots els nostres estalvis en un psicòleg. Dani, ets el nostre fill i ens preocupes.

Ángel se arma de valor y llama suavemente a la puerta, abriéndola al momento y asomando su cabeza. Dani se vuelve al momento. Los padres de Dani le ven. Su madre estaba sentada en la cama, tomándole de la mano. Tenía los ojos rojos. Su padre estaba de pie a su lado, con un semblante entre enfadado y triste. Su padre se adelanta hasta Ángel y lo retiene en la puerta.

- Tu saps per quin ho ha fet?,- Ángel niega con la cabeza. Su padre le toma del hombro cabizbajo.

- Pero si me dejan a solas un momento con él...,- el padre de Dani se acerca a su esposa y la ayuda a levantarse. La mujer se tapa el rostro con las manos. Los dos salen de la habitación. Ángel y Dani se quedan solos en el cuarto. Dani miraba a la ventana. Ángel se sentía incómodo. No sabía cómo empezar. No se podía mover. El silencio era roto únicamente por el tic tac electrónico del suero.

- Dani...,- la voz apenas le salía -. ¿Qué tal te encuentras?,- Silencio -. ¿Por qué lo has hecho?,- de nuevo la callada por respuesta -. No. No hace falta que me contestes... Lo sé... Berta me lo acaba de contar... No sabía que... ¡Dios, si lo hubiera sabido...! Dani, eres mi amigo, y me lo puedes contar todo... ¿Por eso estuviste tan raro aquella noche? Claro... No querías que me olvidara de Patricia. Bueno, sí lo querías, pero seguro que tu plan inicial era pasar un rato conmigo... Dani, llevamos siendo amigos prácticamente desde que nacimos. Has disfrutado de mí, de mi amistad toda tu vida. Deja que otros también disfruten de ella... No seas egoista...

- ¿Egoista?,- Dani se volvió violentamente. Estaba muy enfadado -. ¿Y a mi me llamas egosita? ¡Te recuerdo que fuiste tú quien no paraba de pensar en Patricia cuando todavía estabas con Emma!

- ¡Pero todavía la amo!

- Ya veo cuánto la amas...,- contesta sarcástico Dani.
Ángel baja el rostro como el niño que recibe una gran reprimenda.

- Por cierto... ¿Y Elena...?,- un sudor frío empezó a empapar el cuerpo del enano. De repente, empezó a imaginarse mil y una maneras en que Dani le mataba ahí mismo, en el cuarto. Lanzándole a la cabeza el jarrón donde están las rosas que los compañeros le han dejado a Dani. Clavándole el cuchillo de plástico de la comida. Ahorcándole con la goma del suero. Estampándole la cara contra la pared. Pero no pasó nada de ello. Dani seguía en la cama, mirándole impasible.

-¿Elena?,- pregunta Dani, apático -. Y yo qué sé...,- se vuelve.

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