lunes, 25 de enero de 2010

CAPITULO 41

Ángel estaba preparando el desayuno. Patricia lo adivinó por el tintineo constante de tazas y cucharas. La conversación que seguía manteniendo con Dani no era ya más que un murmullo de palabras imperceptibles. Patricia se quedó mirando la puerta de la habitación con los ojos vacíos. Le entristecía ver a Ángel tan alegre. Sí. Le entristecía. Pensaba que dejándose hacer anoche superaría aquel trauma. Una especie de terapia de choque. Pero no. Aún no soportaba el contacto con otra persona, con otro hombre, aunque ese hombre fuera Ángel. Un cruce de sentimientos le vino a la cabeza. En ese momento Ángel fue tan tierno... Y cuando ella se negó en rotundo en el culmen, él no pensó en terminar, no. Pensó en ella. Ningún otro hombre habría reaccionado igual. Sólo Ángel. Y no sólo se paró, sino que la abrazó. La abrazó para consolarla, para que supiera que no estaba sola, que la apoyaba en todo.

Trata de salir de ese agujero y mira la habitación. Los rayos de sol poco a poco se adueñaban de la estancia, iluminándola cada vez más. Era la primera vez que estaba en su cuarto. Bueno, no era la primera vez que estaba ahí. Ya había estado muchas veces antes en su casa, pero sí que era la primera vez que dormía en su habitación. Y junto a él. Veía delante de ella un gran póster del Barça de la última temporada. Dos bufandas de los colores culés, extendidas a lo máximo, estaban clavadas encima. Al lado, una encimera con libros, discos, una foto enmarcada. Patricia intenta fijarse en la foto, pero la claridad no es tan buena. Se arropa con la colcha y se levanta. Llega hasta ella y la coge. Ángel. Sonriente. Joven. Con la mirada iluminada. Detrás las vistas desde el Tibidabo. A su lado una chica rubia, muy joven también, con la mirada alegre. Están muy abrazados. Quizá por el frío que habría en ese momento, ya que se les ve muy abrigados.

- Lo siento...,- susurra Patricia, acariciando el rostro de la mujer.

Patricia vuelve a dejar la foto en su sitio. Al lado, en la otra pared, la ventana, con la persiana echada, con el sol filtrándose todavía por los huecos libres. Patricia la levanta un poco. La habitación por fin se percibía nítidamente. La ventana ocupaba toda la pared. En la siguiente la cabecera de la cama y dos mesillas, una a cada lado. En la mesilla del lado de Ángel está el reloj despertador marcando las siete y media. Una lamparilla. Dos cajones. La otra mesilla igual, pero en vez de despertador, otra foto enmarcada. Patricia se sienta en ese lado de la cama y coge la foto. Reconoce entre todos los retratados a Ángel... muy joven. Más que en la primera foto. No tendría más de diecisiete o dieciocho años. Una chica, algo más joven, a su lado. Están de pie. Delante de ellos, sentados, una pareja más mayor. Patricia reconoce en esa pareja a los padres de Ángel.

- Y ella debe de ser su hermana...

Patricia no dejaba de mirar el rostro de Ángel en esa foto. Estaba tan joven... y tan guapo... Con esa sonrisa que parece tan forzada en las fotografías familiares, pero que en él quedaba tan bien... Esa época debió de ser algo difícil para él, sobre todo en el instituto. Seguro que todos se metían con él por su aspecto de despistado. Bueno, todos no. Seguro que ya conocía a Dani de antes.

Delante de ella las puertas del armario empotrado y la puerta de la habitación. Patricia se encontraba tan ensimismada viendo la foto que no se dio cuenta de la entrada de Ángel.

- ¿Viendo las fotos del "antes"?,- pregunta Ángel, divertido y sonrojado. Patricia da un respingo que casi se le cae la foto -. Ten cuidado con esa foto que la tengo mucho cariño,- responde más serio -. Fue la última que nos pudimos hacer toda la familia antes de que mi padre...,- Ángel se para a propósito.

- Ya lo sé,- responde Patricia, enternecida -. Y el mes que viene hará ya quince años...- Patricia baja el rostro -. Oye... Ángel... Perdóname por lo de anoche... No lo pude remediar... Pensaba que podría controlarlo y eso, pero...,- Ángel mueve su cabeza al tiempo que chasquea la lengua varias veces y sonríe.

- Tranquila. Cuando estés preparada. No lo fuerces. Pero bueno, no pensemos más en eso,- Patricia se da cuenta de la bandeja que trae entre sus manos.

- ¿Y esto?,- sonríe al tiempo que se vuelve a tumbar en la cama.

- El desayuno,- responde Ángel, remarcando su acento -. Café con leche, tostadas, un poco de mantequilla...

- ¿Y la mermelada?,- Patricia pregunta, pero sin salir de su asombro.

- En esta casa está prohibida la entrada a todo tipo de mermeladas,- responde muy serio, sin acento. Patricia se le queda mirando. Al poco los dos no aguantan más y ríen.

- Suponía que me responderías algo parecido,- Patricia se seca las lágrimas -. ¿Y Dani? ¿Cómo habéis quedado al final?,- Patricia da un primer mordisco a una tostada.

- Esta tarde, a eso de las tres, quedamos los cuatro a comer... Esto..., tienes suelto, ¿verdad?,- Patricia le mira incrédula. Ángel sonríe .- Soy catalán. ¿Qué quieres?,- responde él, devolviendo su voz a sus orígenes. Ríen nuevamente.

1 comentario:

  1. Soy xXNaat96Xx

    Jolín te has cargado al pobre padre. Son idénticos (:

    ResponderEliminar