sábado, 23 de enero de 2010

CAPITULO 39

Ángel leía atónito el mensaje completo. Mira el remitente. Se sonríe. Entre risillas, marca el número de teléfono mientras se sienta sobre su lado de la cama. Tras el tercer tono, descuelgan.

- Tu sí que ets un cabró,- responde Ángel, sin dar tiempo a su interlocutor a hablar.

- Veo que has leído el mensaje que te acabo de mandar.

- Sí, y por lo que veo el plan ha funcionado,- Ángel hablaba con tono malvado.

- Sí,- risa. Una risa sin duda inconfundible. Dani. -. Oye Ángel, ¿se puede saber por qué hablas tan bajito? Oh...,- Dani se da cuenta -. Estás con Patricia, ¿verdad?,- su tono de voz se vuelve serio -. ¿Qué tal se encuentra?

- Hombre...,- Ángel se vuelve para mirarla -. Está bien...,- Ángel vuelve a centrarse en el tema inicial de la conversación -. ¿Y tú con Berta?

- Bueno... Se podría decir que hay feeling...

- No me digas que tú y ella habéis...

- Lo ha intentado. Lo ha intentado... Pero al final nada.

- ¿Sigues con dudas?,- Ángel se torna muy serio.

- Sí. No te voy a mentir. Aún tengo dudas, pero Berta es muy paciente y comprensiva.

- Tú tranquilo. Tómate tu tiempo, pero que sepas que hacéis muy buena pareja. De verdad.

- Lo que realmente quiero con ella, por ahora, es afianzar nuestra amistad. Nos hemos pasado casi toda la noche hablando. Hablando primero de lo nuestro,- Dani recalcó mucho la última palabra -, de lo mucho que me ama, pero el ambiente terminó por liberarse y al final hablamos de todo un poco. La veo muy enamorada de mi... Y yo también la quiero... Pero como amiga... No quiero desilusionarla... Sus ojos brillaron durante toda la noche con un fulgor increíble... Su sonrisa... Su sonrisa es tan... sin palabras... Iluminaba toda la habitación... No sé si sabes a qué me refiero...

Ángel vuelve a mirar a Patricia, quien se vuelve, todavía dormida.

- Sí, Dani... Sé a lo que te refieres...,- vuelve a su amigo -. Pero dime, ¿cómo ha acabado al final la noche?

- Bien, muy bien... Como los dos queríamos... En cierto modo...

- ¿Cómo? No te comprendo...,- Ángel oye un ligero forcejeo por el móvil.

- Ángel, no llames tan temprano,- una somnolienta voz femenina le responde.

Ángel no puede evitar una pícara sonrisa.

- Perdona Berta...

- Berta, dame el móvil,- se oye hablar a Dani -. Estaba hablando yo...

- Pues cuelga ya, que son las siete de la mañana...

- Ángel, lo siento, es que...

- Es que Berta está contigo en la misma cama...

- Sí, pero no ha pasado nada... Tan sólo que me dio la llorera y... Bueno, eso no creo que te interese... Adiós, ya hablaremos más tarde,- y cuelga.

Sí, que no le interesa... Cuando eran más jóvenes, se contaban sus secretos, sus pesares. Eran amigos. Más que amigos. Eran hermanos. Se vieron llorar por cualquier motivo, y siempre estuvieron el uno junto al otro para animarle. Ángel creía saber el por qué de esa llorera de Dani... Y él no se lo iba a perdonar nunca. Hacerle sufrir así a su amigo de la infancia era imperdonable. Pero por lo menos ahí estaba Berta como buen sustituto. Dani tenía razón. No le interesaba...

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