viernes, 26 de marzo de 2010

EPILOGO

Era una calurosa tarde de comienzos de otoño. Un hombre, ya entrado en la cuarentena, estaba sentado en un banco. Se ocultaba en un gran periódico, por encima del cual espiaba el parque infantil que había delante de él. Varios niños jugaban alegres. Los padres conversaban entre ellos, a la vez que algunos cuidaban de los niños para que no se hicieran daño. Otro hombre se sienta junto a él.

- Bona tarda,- se responden ambos, sin apenas mirarse.


El segundo hombre, igualmente en la cuarentena, se fija de repente en su compañero de banco, le mira fijamente.


- ¿Ángel?,- pregunta, sorprendido. El otro hombre baja el periódico y le ve.


- ¿Dani?


Los dos hombres se reconocen y se saludan afectuosamente.


- ¡Caray, Ángel! ¡Cuánto tiempo!


- ¡Ya te digo! ¿Cuánto ha pasado ya? ¿Siete, ocho años?


- Diez,- responde Dani, con cierta vergüenza.


- ¡Diez!,- silba Ángel -. Y, dime, ¿qué es de tu vida? Que perdimos vuestros números y no sabemos nada más de vosotros después del bautizo.


- Pues Berta y yo nos hemos mudado. Ahora vivimos por Legazpi. Luego te paso la dirección y mi nuevo número, que me lo cambié hace poco. ¿Y Patricia y tú qué tal lo lleváis? ¿Seguís viviendo donde siempre?


- Sí, seguimos en Valladolid.


- ¿Y qué hacéis aquí en Barcelona?


- Pues hemos venido para que mis padres conozcan a su nieto.


- Hombre... Después de diez años que aún no hayan visto al pequeño Ángel...


- ¡No, no! ¡Si a Ángel sí que le conocen!


- ¿Entonces...?,- los dos quedan en silencio. Ángel se ruboriza mientras su amigo le mira fijamente, con los ojos como platos y dibujando una gigantesca sonrisa en su rostro -. ¡Enhorabuena!,- le abraza efusivamente -. ¿Y qué tiempo tiene?


- Pues apenas seis meses.


- Joder...,- se le queda mirando en jarras -. Al fin tenéis un hijo de los dos...


- Dani...,- Ángel carraspea -. Que Ángel también es mi hijo...


- Perdona... Pero ya sabes a lo que me refiero... ¡En fin! ¿Y Patricia?,- mira a todas partes.


- Pues con mis padres en casa. Yo me he traído al pequeño al parque para que no molestara en casa... Por cierto, ¿y tú qué haces aquí?


- Bueno... Yo también estoy aquí por motivos familiares... Pero de otra índole...,- Dani baja la cabeza, entristecido. Ángel posa su mano en su rodilla -. Mi padre ha muerto...


- Oh... Lo siento mucho...,- le toma del hombro -. ¿Y Berta?


- Con mi madre, consolándola.


- ¿Y tú, por qué no estás con ellas?


Un niño, de unos once años, les interrumpe. Se acerca sin dudarlo a Ángel


- ¿Me das dinero para un helado?,- pregunta.


- No, que luego no comes.


- ¡Que sí como!


- Que no.


- ¡Jo, papá...!


- Ya sabes que luego mamá se enfada conmigo.


- ¿Es Ángel?,- pregunta, sorprendido, Dani.


- Sí.


Dani mira al niño. Éste mira a Dani, tímido.


- No te acuerdas de mí, ¿verdad? Ha pasado tanto tiempo... Soy el tío Dani. ¿No te acuerdas? Lo suponía... Bueno, simplemente que sepas que tus papás son amigos míos. Ya nos pasaremos un día por casa. ¡Por cierto! ¡Tu papá me ha dicho que tienes un hermanito! ¿Cómo se llama?,- el niño calla, sonriente.


- Di: "Se llama Dani",- responde Ángel, mirando al niño. Dani mira a su amigo.


- ¿Dani?,- Ángel le mira.


- Anda, ve a jugar un poco más,- le dice al niño. Se vuelve a Dani -. Sí. Bueno, legalmente se llama Daniel Alberto.


- ¿Le habéis puesto mi nombre?


- ¡Y el de Berta! Sólo que llamarle Berto no nos gustaba mucho y lo camuflamos con un Alberto,- Dani tenía los ojos brillando, y Ángel se da cuenta -. Ya sabes cómo me sentí yo cuando Patricia le puso mi nombre a su hijo.


- En fin,- Dani se enjuga las lágrimas -. Yo ya me tengo que ir... ¿Seguiréis aquí mañana?


- Sí, estaremos otros dos días más. ¿Y vosotros?


- Bueno... Mañana es el entierro...


- Pues mañana Patricia y yo nos pasaremos a saludaros.


- Pues hasta mañana entonces,- se levantan del banco y se abrazan -. Ha sido un placer encontrarnos después de tanto tiempo,- se dirige al parque -. ¡Patricia! ¡Patricia!,- una niña de unos diez años acude rauda junto a Dani -. Venga, que nos vamos.


- Jo, papá... Quiero quedarme un rato más...


- Patricia Ángela Mateo Collado. A casa, que es muy tarde,- Dani se da cuenta de la sonrisa cabizbaja de Ángel -. ¿Y tú, de qué te ríes?


- Que la has puesto nuestros nombres...


- Sí, como tú con el tuyo.


- ¿Te imaginas que tu hija y mi hijo, el mayor, se conocieran?,- Dani no comprendía -. Sería como revivir lo mío con Patricia,- los dos ríen.


- ¡Y seríamos consuegros!,- más risas -. En fin, Ángel. Nos vemos mañana, ¿no?


- Sí.


- Sería a las doce, en el barrio gótico. Hasta mañana.


- Hasta mañana. Y dale recuerdos a Berta.

jueves, 25 de marzo de 2010

CAPITULO 85

Patricia se tapaba una sonrisa nerviosa. Llevaba a su hijo de la mano, pero pensaba en otras cosas. Pensaba en lo que Dani le acababa de enseñar. ¿Sería capaz de...? Patricia no sabía qué pensar. Dani es tan extrovertido cuando salían todos juntos a divertirse y no se achantaba con nada, pero en asuntos tan serios como aquel... Patricia se le imaginaba tartamudeando y sudando, nervioso. Eran tan cómica aquella imagen... Berta y Dani... ¿Casados? Aun así, Patricia se alegraba por los dos, porque hacían muy buena pareja.

- Y Ángel podrá tener a alguien con quien jugar siempre,- piensa mientras vigilaba a su hijo.

Llegan hasta una puerta, una puerta ya familiar para ella a pesar de llevar sólo un día allí. Cuando la abre, se encuentra a Ángel charlando con el policía, sentado a su lado. Patricia, como cohibida, se queda en la entrada y carraspea levemente. Los dos hombres se vuelven. El policía se pone de pie automáticamente, a modo de saludo. El pequeño Ángel reconoce al paciente y corre a abrazarse junto a él. Debido al impulso, Ángel se queja, camuflándolo malamente con una sonrisa. Separa al pequeño y le besa en la frente.

- ¡Hola, papá!,- responde alegre el niño.

- ¡Hola, petit diable!,- exclama Ángel, revolviendo su cabello. Patricia se adelanta unos pasos.

- Hola Ángel...

- Hola Paty...,- el ambiente se vuelve algo más serio e íntimo.

El policía, comprendiendo, se excusa.

- Bueno... Señor Martín, gracias por su información con respecto a su atacante. Ahora mismo me pondré en contacto con mis compañeros y les enviaré esta descripción que usted ha hecho. A partir de ahora, cualquier información referente al caso se le hará saber,- y sale del cuarto, cerrando la puerta.

Patricia se sienta en la silla donde estuvo el policía hace unos instantes. Toma a Ángel de la mano y la frota contra las suyas.

- ¿Qué tal estás?

- Bueno...,- Ángel movía la cabeza, dubitativo -. No me puedo quejar. He estado peor otras veces .- Patricia sonríe triste -. Por cierto, ¿le has dicho aquello a Dani?

- Sí.

- ¿Y qué te ha contestado?

- Que ya se ha aclarado.

- ¿Nada más?,- el rostro de Ángel denotaba que no estaba satisfecho con aquellas palabras.

- Nada más... Salvo que le acaba de pedir la mano a Berta,- la tristeza de Patricia se desvaneció -. ¡Se nos casan, Ángel! ¡Se nos casan!,- Patricia estaba muy nerviosa.

Ángel sólo respondió con una amplia sonrisa. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

- Eso es lo que yo esperaba de ti,- piensa Ángel -. Que eligieras el camino correcto.

- ¿En qué piensas, Ángel?

Ángel abre los ojos. Patricia estaba seria nuevamente.

- No es nada, tranquila. Simplemente que está bien lo que bien acaba.

E indica a Patricia que se le acerque para terminar dándose un gran beso.


FIN

miércoles, 24 de marzo de 2010

CAPITULO 84

Dani volvió a las dos horas. Cuando entra en la habitación, lo hace violentamente, con una inquietante sonrisa en la boca y jadeando. Al abrir la puerta, se queda quieto, como tratando de tranquilizarse. Había estado corriendo por todo el hospital cuando volvió. Se había ido repentinamente del hospital, con la obsesión clavada en su mente. Se sentía en la obligación de hacer algo, de hacer aquello que tan de repente le llegó a su cabeza. Tenía que ser ahora o nunca. No podía perder ni un segundo. Salió del hospital y anduvo merodeando por todo Madrid, como buscando algo que parecía imposible de encontrar, pero lo encontró. Y cuando lo hubo encontrado, volvió a todo correr hasta el hospital.

Berta y Patricia dieron un respingo al abrirse la puerta. Al ver a Dani con aspecto de loco, se asustaron un poco, pero Berta reaccionó.

- ¿Se puede saber qué te traes ahora entre manos?

- Patricia. ¿Puedes dejarnos a solas un momento?

Patricia, aún en estado de shock por la entrada de Dani, movía su mirada entre él y Berta. como esperando una respuesta por parte de los dos. A un gesto de Berta, Patricia se levanta, indecisa, y, lentamente, se dirige a la puerta, sin apartar la mirada de su amiga. Cuando llega a la puerta, junto a Dani, éste la toma de la muñeca y se la lleva fuera. Se acerca a ella, como si fuera a contarla un secreto.

- Necesito que nos dejes solos unos minutos,- le susurra mientras le enseña una cajita que escondía en el bolsillo de su chaqueta. Patricia observa, ojiabierta, la cajita. Sus ojos se iluminan al tiempo que abre la boca, asombrada. Iba a hablar, pero Dani le tapa la boca -. No digas nada. Tan sólo déjanos solos. Puedes ir a ver a Ángel otra vez.

Patricia, con la luz de la sonrisa en su rostro, vuelve al cuarto y llama a su hijo, quien acude raudo junto a ella. Patricia toma a su hijo y toma el camino a la habitación de Ángel. Dani se la queda mirando y, cuando desaparece tras una esquina, entra en el cuarto y cierra la puerta. Se dirige junto a Berta y se sienta en la cama.

- ¿Se puede saber qué os pasa a todos últimamente?,- Dani le pone un dedo en los labios para que calle.

- Perdóname por mi repentina salida de antes, pero necesitaba hacer una cosa. ¡Lo sé, lo sé! Pero es que me vino de repente la idea y tenía que hacerlo ya. Espero que me perdones, pero lo de antes, cuando nos interrumpió Patricia, creo yo que estaba quedando bastante bien, pero cuando vino ella, se me cortó el rollo y ya me sentí muy incómodo. Ya sé que has dicho que sí, pero...,- Dani saca la cajita del bolsillo de la chaqueta. Berta observa muda y atónita. Dani también cesa de hablar. Abre la cajita y toma algo de su interior. Toma una mano de Berta. Le coloca un anillo en el dedo corazón -. Así queda mejor, ¿no?

Berta se lleva la otra mano a la boca al tiempo que comienza a derramar una lágrima, absorta en el brillo de la sortija. Levanta el rostro y mira a Dani.

- Ahora es perfecto,- murmura la rubia, abrazándose después a Dani.

- Berta,- susurra Dani al oído de ella -. ¿Quieres casarte conmigo?

Berta le abraza con más fuerza al tiempo que asiente con la cabeza y se deja llevar por las lágrimas. Dani la mira a los ojos al tiempo que le seca las lágrimas. Y sin más que decirse, sellan su unión con un apasionado beso.

lunes, 22 de marzo de 2010

CAPITULO 83

A Dani se le empezaba a hacer un nudo en el estómago. ¿Un recado de parte de Ángel? ¿No se le habrá ocurrido a Ángel contarle a Patricia que...? No. No era posible. Ángel era demasiado discreto como para decirle aquello a Patricia. Además, si se lo hubiera contando, Patricia no sería capaz de decirlo con Berta delante. No podía ser aquello. Sin embargo, Dani estaba comenzando a marearse.

- ¿Dani?,- pregunta Patricia -. ¿Te encuentras bien? De repente te has puesto blanco.

- Nada. No es nada. Simplemente me he mareado por cómo han transcurrido los sucesos de hoy...,- se sienta. Patricia se arrodilla a su lado.

- Pues eso. Que tengo un recado de parte de Ángel.

- ¿Cuál?,- Dani apenas tenía fuerzas para hablar.

- Me ha pedido que te pregunte si ya te has aclarado,- Patricia hace mueca de no entender ella misma el mensaje que acababa de transmitir -. Simplemente eso.

Dani recupera un poco el color. Su corazón vuelve a latir con normalidad. La sensación de ahogo que tenía se fue. Dani sonríe a Patricia, quien seguía sin comprender. Se vuelve hacia Berta.

- Sí, Patricia,- responde, sin apartar la mirada de su amada -. Ya me he aclarado. Nunca en mi vida tuve las ideas tan claras.

Era lo que esperaba Dani, una pregunta sobre el beso que se dieron Ángel y él, pero su amigo tuvo la sangre fría de decírselo a Patricia en una pregunta tan misteriosa y ambigua que nadie pensaría nada raro. Y Dani se alegró de oír esa pregunta, pues su respuesta, casi sin ser consciente de darla, le iluminó el camino correcto.

Patricia se levanta, apoyada en la pierna de Dani, quien toma a Berta de la mano y se pierde en su mirada. Patricia se sienta en la cama de Berta.

- Volviendo al tema,- responde Patricia -, me alegro mucho por vosotros dos. Ya era hora de que diérais este paso.

- ¿Y Ángel?,- pregunta Berta, como volviendo de un sueño.

- Está despierto,- responde su amiga -. Aunque sigue muy mal. Habrá que esperar bastante para que se le cierren las heridas y los médicos le autoricen a moverse. Se me va a hacer eterna la espera...,- suspiro profundo.

- Mira el lado bueno,- Dani la tranquiliza posando su mano en su hombro -. Por lo menos está despierto y podrás visitarle todos los días.

- Eso espero Dani,- posa su mano sobre la de Dani, mientras le mira con ojos tristes -. Eso espero...

De repente, Dani se queda como petrificado. Se levanta de un salto, mirando al horizonte. Lentamente, adquiere movimiento hasta que logra salir con cierta prisa de la habitación. Las dos mujeres se quedan sorprendidas por su reacción.

- ¿A dónde irá este hombre ahora?

CAPITULO 82

Dani y Berta la miran perplejos.

- ¡Cariño!,- exclama Berta -. ¿Qué te pasa?

Patricia no podía hablar, pero sí moverse. Se dirige hacia su amiga y llora en su regazo. Berta la mesa el cabello dulcemente.

- ¿Nos vas a contar por qué estás así?

Patricia les mira a los ojos.

- No es lo que pensáis. No lloro de pena, sino de alegría. He visto a Ángel, Berta. He estado hablando con él y ahora sé que me quiere, me ama. Que quiere a mi hijo como si fuera suyo,- Patricia se vuelve hacia su hijo, que se encontraba sumido en sus imaginarios juegos, ajeno a la realidad. Patricia vuelve a ellos tras contemplar por unos instantes a su hijo -. Me alegro de haberos tenido junto a mi hoy. Si no llega a ser por vosotros no sé cómo habría acabado el día. Os quiero, chicos. Os quiero mucho,- y se funden los tres en un inmenso abrazo.

- Ahora sólo falta que acabe ya esto y podamos volver a estar los cuatro juntos otra vez, como siempre,- responde Dani, tras el abrazo.

- El médico me ha dicho que posiblemente mañana o pasado pueda levantarme,- contesta Berta, mirándose el regazo. Patricia la besa en las mejillas mientras Dani la mira sonriente y le acaricia la nuca.

- Lo de Ángel aún no se sabe,- dice Patricia -. Sus heridas son muy serias. Creen que aún tengan que pasar dos o tres semanas para que pueda moverse,- el tono de voz de Patricia aún denotaba cierto abatimiento, mal camuflado por una falsa alegría -. ¡Pero por lo menos sabemos ya dónde está!,- los tres sonríen. Silencio.

- ¡Patricia!,- exclama de repente Berta -. ¡Has llegado en el momento justo! Dani iba a decirme algo,- Berta le mira sonriendo malvadamente. Dani se ve invadido por un sudor frío que le cala hasta los huesos. Patricia le mira asombrada.

- Esto... Veréis... Yo le iba a preguntar a Berta si... si... Bueno...,- el tartamudeo del que era presa Dani le hacía parecer torpe y desamparado ante las dos mujeres -. Verás Berta... Yo creo que no sé si podré...

- Da igual, Dani,- responde ella, divertida, mientras le toma de las manos -. Mi respuesta es sí.

Dani la mira ojiabierto. Su rostro dibuja poco a poco una sonrisa que le atraviesa todo el rostro, mostrando en todo su esplendor su dentadura. Se abalanza sobre ella para abrazarla, besarla.

- ¡Gracias, gracias, gracias!,- repetía sin cesar el catalán -. ¡Me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo!

Patricia besa a Berta en las mejillas nuevamente, tras conseguir soltar a Dani.

- Espero felicitaros correctamente,- responde la pucelana sonriendo. Berta sonríe igualmente. Patricia se abraza a Dani, con los primeros atisbos de timidez y sonrojo -. ¡Por cierto!,- exclama Patricia tras abrazar a Dani, tomándolo por los codos -. Tengo un recado para ti de parte de Ángel.

sábado, 20 de marzo de 2010

CAPITULO 81

- ¿A qué ha venido eso?,- pregunta Berta, aún asombrada por la reacción de Dani.

- Te amo, Berta,- susurra Dani, mirándola fijamente a los ojos -. Simplemente eso.

Berta se quedó sin habla. Se quedó ensimismada en la sonrisa de Dani, en el fulgor que había en sus ojos.

- Yo también te quiero,- prosigue Berta -, pero seguro que hay algo más...,- de repente, Berta se alarma -. ¡El niño! ¡Le ha pasado algo al niño!

- No, no le ha pasado nada,- Dani la tranquiliza encerrando entre sus manos las de ella -. Está muy bien. Preciosa. Como su madre.

- ¿Y Patricia? ¿Sabes dónde está? Se fue al poco de marcharte tú. Que esa es otra. ¿A dónde te habías ido tú con tanta prisa?

- Eso puede esperar. Lo que no puede esperar ni un segundo más es algo que llevo dentro de mí desde hace un tiempo y que necesito echarlo fuera,- Dani ayuda a Berta a incorporarse y ponerse más cómoda. Dani ahueca la almohada y se la coloca en la espalda a Berta. Dani se sienta en la silla, delante de Berta, con las manos entre las suyas -. Berta. Hace poco que nos conocemos...

- Dani, son ya más de cuatro años. De poco, nada.

- No me has entendido. Me refiero a conocernos. Los dos. Íntimamente,- Berta murmura un sonrojado "oh" al tiempo que baja la cabeza y sonríe -. Desde aquella vez, en el cine, mi vida ha dado un giro de 180 grados. Todo era alegría y color de rosa a mi alrededor. Por eso quiero darte las gracias por hacerme encontrar este remanso de paz que sólo podía haber junto a ti. Te amo con auténtica locura, y por eso deseo que tú seas mi psiquiatra.

- Dani...,- las mejillas de Berta estaban a punto de explotar -. No te entiendo...

- Mentirosa...,- sonríe Dani -. No puedo ser más claro, porque no podré decírtelo a la cara.

- Inténtalo,- la mirada de Berta tornó desafiante.

- Por eso te amo,- sonríe Dani, nervioso. Tras aclararse un poco la voz con un par de carraspeos, mira a Berta fijamente a los ojos y, tímidamente, comienza a hablar -. Berta Collado. Eres como el sol que ilumina mis negros días. Como la lluvia que da vida a mi marchito corazón. Como el relámpago que ahuyenta mis miedos. Eres... ¡Eres como el azúcar que endulza mi amargo carácter!-, Berta sonríe avergonzada -. Te amo. Te amo desde siempre. Y te amaré por siempre. Por eso...,- gran suspiro de Dani.

- Tranquilo...,- susurra Berta, notando el temblor de sus manos.

- Por eso...,- Dani comenzaba a tartamudear -. Berta... Yo... Yo quisiera que... que tú...,- gran bufido de desesperación -. ¡Por esto jamás pensé seriamente en sentar la cabeza!,- Berta logra liberar una de sus manos y la pasa, dulcemente, por el cabello de Dani -. Berta,- logra decir más calmado -. ¿Quieres...?

Pero Dani es interrumpido por la llegada de Patricia. Lloraba.

viernes, 19 de marzo de 2010

CAPITULO 80

- Tengo dudas, Ángel,- responde Dani, con el miedo en la mirada -. Quiero a Berta más que a mi propia vida. Cuando te besé, no sentí nada. Esa era la señal de que me curé de ti, de que Berta ocupaba todo mi corazón. Pero aún...

- ¿Pero aún?

- No sé,- Dani se vuelve. Ángel posa su mano sobre el hombro de su amigo -. Ángel, amo a Berta. Pero creo que aún siento algo por ti.

- Pero si acabas de decirme que no sentiste nada al besarme.

- Y así es. Pero el verte así, en la cama de un hospital, tan desamparado... Y antes, buscándote por todo Madrid... No sé. Creo que algo nacía en mi interior. Algo que creía desterrado de mí, pero... No sé cómo explicarlo mejor...

- Dani. No luches contra ello. Haz que razón y corazón lleguen a un acuerdo. ¿Qué te dicen?

- ¡Ahí está el problema!,- Dani se vuelve a Ángel de repente -. ¡No sé lo que me dicen!

Dani comenzaba a ser pasto de las lágrimas. Salían de sus ojos como torrentes. Ángel le limpia el rostro con sus pulgares al tiempo que le sostiene entre sus manos. Dani se agacha y llora sobre su hombro. Ángel le abraza por unos instantes, hasta que le levanta, le mira fijamente a los ojos y le besa profunda y apasionadamente. Dani, al principio, se queda como petrificado, pero termina por dejarse llevar y se funde con su amigo en un acalorado beso, que es interrumpido por una pequeña tos. Los dos se separan y miran tras de sí. El policía mira por la ventana. Ángel y Dani se sonrojan.

- Dila a Paty que entre,- responde Ángel a su amigo.

- Pero...

- Tú hazlo. Y vete con Berta, que estará sola.

Antes de despedirse, se dan un gran abrazo. El policía sigue a Dani con la mirada hasta la puerta. Patricia estaba sentada en una silla, delante de la puerta. Cuando ésta se abre, Patricia se levanta rápidamente.

- ¿Qué ha pasado?,- Patricia estaba al borde de la locura. Dani no podía hablar ni levantar la mirada del suelo. Tan sólo logró mover la cabeza, señalando la puerta, que había dejado entreabierta. Patricia, como hipnotizada, avanza hasta la puerta, entrando en el cuarto. Dani avanza por el pasillo, apesadumbrado, como pensando. Pero esos pensamientos son interrumpidos por un grito. Dani sonríe mientras mira hacia atrás por un segundo.

- Seguro que ahora Patricia lo está devorando a besos.

Dani llega a la habitación de Berta. Cuando entra, se queda parado en el alféizar de la puerta. Ahí estaba ella, en la cama, leyendo un cuento al pequeño Ángel.

- ¡Dani!,- exclama Berta, al verle -. ¿Qué ha pasado? ¿Le has visto? ¿Y Patricia?

Dani calla. No dice nada. Tan sólo toma fuerzas para avanzar, decidido, hasta Berta y besarla lo más profundamente que sabe.

jueves, 18 de marzo de 2010

CAPITULO 79

Dani sonríe nervioso.

- ¿A qué te refieres?

- No te hagas el tonto. Sabes muy bien a qué me refiero.

- Pero... ¡si estabas inconsciente! ¡Casi en coma! ¿Cómo...?

Ángel le interrumpe.

- Digamos que lo de la Bella Durmiente es verdad,- silencio incómodo -. ¿Me lo vas a contar o qué?

Dani sonreía nervioso, con el rubor haciendo mella en sus mejillas y el sudor en su frente. Su mirada viaja sin rumbo por toda la habitación.

- Verás, Ángel... Yo...,- Dani comenzaba a tartamudear.

- ¿Todavía sientes algo por mí?,- pregunta Ángel, repentinamente. Dani se le queda mirando, con los ojos como platos -. Dímelo. Somos amigos, ¿no?,- Ángel estaba extrañamente tranquilo. ¿Será efecto del suero? -. Acabo de tener un déjà vu. Porque esta misma conversación la tuvimos en un hospital hace un tiempo. ¿Te acuerdas? Fue cuando tú...,- Ángel baja la voz a medida que seguía hablando. Dani baja el rostro, atormentado por un gran sentimiento de culpabilidad. Asiente al tiempo que se frota una de las muñecas con la mano. Cuando alza el rostro, avergonzado, Ángel le pide que se acerque. Tímido, Dani llega junto a él y se sienta a su lado. Ángel le toma de la mano -. ¿Eres feliz con Berta?

- ¡Muy feliz!,- responde Dani, sin pensar.

- ¿Y el beso?

- No fue nada. Olvídalo,- Dani se disponía a levantarse de nuevo, pero Ángel le retiene.

- Dani...

Dani no lo puede evitar y le mira a los ojos. Trataba por todos los medios de evitar su mirada, pero es más poderoso que él. Se le queda mirando durante unos eternos segundos en que parecía detenerse el tiempo. Aquel brillo en su mirada le comenzaba a herir el alma. Dani se sienta, desesperanzado.

- Quería probarme a mí mismo...,- susurra.

- ¿Probarte el qué?

- Quería,- le mira a los ojos -, probarme si aún sentía algo por ti. Y el resultado me alegró al principio, pero ahora... Ahora que lo pienso...

miércoles, 17 de marzo de 2010

CAPITULO 78

Dani entra tímidamente en la habitación. El policía le sigue. Cierra la puerta y se queda como guardando que nadie pase. Dani sigue lentamente avanzando. Cuando logra ver la cama, se queda de piedra. Sus piernas comienzan a fallarle, se siente débil, y se deja caer de rodillas en el suelo, con los ojos abiertos de par en par.

- Joder Dani... Ni que hubieras visto un fantasma...

- Lo veo... Lo veo...,- susurra Dani, sin dar crédito a lo que veía en ese momento.

- Acércate hombre, no te voy a comer...

Dani se levanta a duras penas y se acerca a la cama. Ángel le toma de la mano, lloroso.

- Sé por lo que habéis pasado todos este día, y lo siento. Y todo por dejarme el móvil en casa. Si me lo hubiera llevado...

- ¡Ángel! ¡Estás despierto!

- Pues sí...,- sonrisa amarga de Ángel.

- ¡Hay que avisar a Paty!,- Dani se dispone a irse, pero Ángel le retiene cogiéndole aún de la mano.

- No. Aún no...

- Pero..., ¿no sabes lo mal que lo hemos pasado todos? ¿Sobre todo, Paty?

- Espera unos minutos. Quiero hablar contigo.

- Dime,- Dani se vuelve a sentar a su lado.

- ¿Qué ha pasado?

- No te entiendo,- Dani está serio.

- Sí. Hace un momento. ¿Por qué lo has hecho?

martes, 16 de marzo de 2010

CAPITULO 77

- No sé lo que habrás oído,- le dice Dani -. Pero quiero que sepas que amo a Berta por encima de todo. No sé lo que me ha pasado ahí dentro, pero fue algo que no lo habría hecho conscientemente. Te aseguro que lo que yo sentía por Ángel hace tiempo que lo desterré de mi alma. Y pude suplirlo con Berta. Con ella me siento bien, muy bien. Su sonrisa ilumina hasta el agujero más oscuro del mundo, sus ojos devuelven la vida hasta al más muerto, su voz... ¡Oh! Su sola presencia hace que me evada de mi cuerpo y me eleve hasta los más altos círculos del cielo. Reconozco que me llegué a enamorar de Ángel, pero eso fue hace mucho tiempo...

- Pero te he visto besándolo...,- llora Patricia.

- Fue un momento de locura. Créeme. No quería hacerlo, pero...

- ¿Sigues enamorado de él?


- ¡No, no!,- Dani se acerca más a Patricia, mientras le sujeta fuertemente las manos -. Eso ya pasó. Lo de Berta es mucho más fuerte para mí. De acuerdo, Ángel había momentos en que no era consciente y me sentía extrañamente atraído hacía él, pero cuando conocí a Berta... Bueno, cuando nos dejasteis solos en aquel cine...,- Patricia sonríe -, aquello fue como si Berta fuera un imán muy potente y yo un insignificante alfiler de hierro... No sé si sabes a qué me refiero...,- los ojos de Patricia brillaban -. Créeme. Amo a Berta de manera sobrehumana. Es mi Julieta, mi Ofelia, mi Isabel, mi Melibea, mi Beatriz, mi Eloísa, mi Isolda, mi Inés. Yo me siento como su Romeo, su Hamlet, su Diego, su Calixto, su Dante, su Abelardo, su Tristán, su Don Juan. Cuando estoy con ella, a su lado, me siento capaz de cualquier cosa, me siento capaz de detener un tren en marcha con mis propias manos, me siento capaz de volar tan rápido como la luz, me siento capaz de ir al espacio y entregarla una estrella, me siento... ¡me siento como Supermán! Y hazme caso, yo esto jamás lo sentí con Ángel.

- ¿Y el beso...?,- la voz rota de Patricia por la tristeza le comenzaba a martirizar el alma.


- Fue una prueba...


- ¿Una prueba?


- Sí, una prueba... Y el resultado fue satisfactorio,- Patricia le miraba sin comprender -. No me mires así, no es nada extraño. Era la única oportunidad que tenía de besarle... y el resultado fue el que yo esperaba...


- ¿Cuál?,- Patricia tenía miedo de seguir la conversación, pero debía saber ese resultado.


- Nada.


- ¿Nada? ¿Cómo que nada?


- Sí. Nada. No he sentido nada. Ángel es todo tuyo, y yo soy todo de Berta. Lamento que tuvieras que haberlo visto, pero cuando le he visto en la cama, en ese estado, surgieron en mi sentimientos que creía desterrados, y necesitaba convencerme y saber si era verdad... Y así ha sido. Ya no hay sitio en mi corazón para Ángel. Todo lo ha ocupado Berta.


Patricia se le queda mirando en silencio durante unos segundos. Su rostro comenzaba a cambiar tristemente hasta que se abraza fuertemente a Dani y llora. Lloran los dos.


- Perdóname,- le susurra Dani -. No quería hacerte daño. Espero que me perdones.


Patricia se separa y le mira a los ojos mientras le sujeta el rostro entre sus manos. Sonríe amargamente.


- No vuelvas a hacerlo nunca más,- le dice.


- Tranquila,- le responde Dani, apartando el cabello de su frente.


- ¿Es usted Dani?


El policía les interrumpe saliendo del cuarto y dirigiéndose, tímidamente, a Dani.


- Sí...


- ¿Puede entrar un momento, por favor?


Dani mira a Patricia, incrédulo. Patricia se asusta un poco. Dani entra en la habitación nuevamente, seguido por el policía, que cierra la puerta tras de sí.

sábado, 13 de marzo de 2010

CAPITULO 76

Dani se agacha raudo junto a Patricia.

- ¿Qué te pasa, Patri?

Patricia, inesperadamente, se deshace de él de un brusco movimiento de hombro y le da la espalda, volviendo a llorar amargamente.

- ¿Se puede saber qué te ocurre?,- Dani no salía de su asombro -. ¿No estás contenta de saber dónde está Ángel, a pesar de su estado?

- No me hables...,- susurra Patricia entre lágrimas.

Dani intenta abrazarla nuevamente, pero vuelve a ser rechazado por la rubia. Patricia se levanta, siempre dándole la espalda. Dani se queda sentado en el suelo, perplejo.

- ¿Qué te hecho?

Patricia sonríe cínicamente.

- ¿Que qué me has hecho? ¿Y todavía te atreves a preguntármelo?

- De verdad, Patricia. No te entiendo. Explícate mejor o...

- Dani,- se vuelve hacia él -. Que te he visto.

Un escalofrío recorre su espalda. Dani se asusta de la mirada seria de Patricia. Una mirada apática, pero a la vez llena de sentimientos. De agrios sentimientos hacia el catalán.

- Paty...,- susurra él.

- Te seguí hasta la habitación,- un sudor frío aparece sobre la frente de Dani -. Berta me dijo que no lo hiciera, que esperara a tu llegada para saber si debía ver a Ángel, pero no la hice caso...,- vuelve el rostro -. Si lo hubiera hecho...,- susurra para sí. Vuelve a Dani -. Cuando te vi entrar en la habitación, me detuve. No sabía si debía seguir, entrar o volver con Berta... Llegué hasta la puerta, pero no me atreví a abrirla. Me quedé quieta, como un pasmarote, hasta que abrí la puerta, en silencio. Tenía miedo de cómo encontrarme a Ángel. Entré en cuclillas. Te oí hablarle. Te vi llorar. Te vi...,- los ojos de Patricia iban poco a poco mostrando el resentimiento y la tristeza que se mezclaban en su interior. El rostro de Dani se contrajo al final en una mueca de tristeza y arrepentimiento -. Pero luego oí que alguien estaba en el baño y salí.

- Patri...,- le dice, al tiempo que intenta abrazarla, pero ella se vuelve de nuevo, enojada -. Perdóname. No quería hacerlo. No quiero heriros. Ni a ti, ni a Ángel... Ni a mí...

- ¿Y Berta? ¿Qué pasa con ella?,- la voz de Patricia sonaba imperiosa, a pesar de las lágrimas.

- ¡La amo!

- No seas tan cínico...

- ¡En serio! ¡La amo de veras! Nunca antes me sentí tan bien y tan a gusto con nadie.

- Entonces, ¿a que vino aquello?

- Paty...,- posa su mano en el hombro de ella, pero Patricia sigue con su enfado -. Por favor, Patricia. Escúchame.

Patricia se vuelve lentamente para mirar a Dani a los ojos.

viernes, 12 de marzo de 2010

CAPITULO 75

El policía se quedó en la habitación, pero apartado, en una esquina. Dani se acerca lentamente hasta donde yacía su amigo. El corazón le latía muy rápido. Era muy doloroso ver a su amigo en tal estado. Se sienta a su lado y le toma de la mano. Las lágrimas volvían a ser las protagonistas. Dani se acerca a su oído.

- Ángel...,- le susurra -. Pensaba que nunca más te iba a ver... No sé si llegaste a verla, pero Berta se puso de parto... Por tu culpa...,- sonrisa amarga -. Patri ha estado a punto de hacer una locura, pero te ama demasiado,- silencio -. Ángel, ¿quién te ha hecho esto? ¿Por qué tuviste que irte a comprar justo hoy a esa hora? ¿Por qué no te llevaste el móvil? Si te vas, no sería lo mismo... Piensa en nosotros, en Patri, en tu hijo... Bueno, ya sé que no es tu hijo de verdad, pero desde el día que nació lo quisiste como si lo fuera. Aun recuerdo cómo le mirabas cuando nació... Como miro yo al mío...,- Dani baja la cabeza para ayudar a una lágrima a caer. Aprieta fuertemente la mano de Ángel -. Por favor, te lo suplico. Despierta ya. Despierta de una vez. Estamos todos muy mal. Hemos estado todo el día con el alma en un puño al no saber nada de ti. Patri llegó a pensar que la abandonaste por el niño. Por favor. Despierta y desmiéntelo.

Un leve carraspeo le interrumpe. Dani se vuelve hacia el policía. Éste le indica mediante gestos una puerta. Dani asiente. El policía abre la puerta y la cierra tras de sí. Dani se vuelve a Ángel. Pasa su mano por el cabello de su amigo. De repente, Dani se calma, se vuelve serio. Mira fugazmente a la puerta y mira a Ángel, como absorto. Comienza a jadear, a sudar. Su corazón comienza a correr. Posa sus manos en las mejillas de Ángel. Se acerca lentamente a su rostro al tiempo que cierra los ojos. Dani nota sus labios en contacto con los de Ángel. Y se queda así durante unos segundos. Unos segundos que le parecieron horas. Dani no aguanta más y vuelve a llorar en silencio al tiempo que se separa del rostro de su amigo y llora sobre su hombro.

- Perdóname,- le susurra -. No he podido evitarlo. Ya sé que tú no eres de esos, pero yo aún lo soy. Ya sé que me veías feliz junto a Berta. Y lo estoy. Pero no sé por qué han vuelto a aflorar estos sentimientos que creía desterrados de mi ser. Lo siento, Ángel. Lo siento de veras. No volveré a hacerlo nunca más...

El sonido de una cisterna vaciándose le devuelve a la realidad. Dani se incorpora y limpia la tristeza de su rostro. El policía reaparece abrochándose el cinturón de su uniforme.

- Caballero...,- responde el policía -. Debería abandonar ya la sala.

Dani asiente, aún lloroso, sin apartar la mirada del rostro de Ángel. Le acaricia la mejilla mientras se levanta y sale del cuarto, cabizbajo. Al salir, se encuentra a Patricia sentada en el suelo, con las manos tapando su rostro, llorando.

CAPITULO 74

Dani corrió por todos los pasillos del hospital. Iba sin dirección, totalmente errante. Al fin logró calmarse y preguntó a una enfermera por la habitación de su amigo. Cuando lo supo, se dirigió como alma que lleva el diablo. Apenas podía ver por dónde iba. Las lágrimas empañaban sus ojos. Cuando pudo llegar a la habitación, se encontró con un policía que le cortó el paso.

- Disculpe, caballero, pero no puede correr por los pasillos.

- ¡Debo entrar!

- Lo siento, pero nadie debe entrar en esta habitación.

- ¡Ahí dentro está mi amigo!

- Lo siento, caballero, pero no puede entrar nadie.

- ¡Usted no lo entiende! ¡Llevamos todo el día buscándole!

- Lo comprendo, pero...

- ¡Usted no lo comprende! ¡Su mujer está de los nervios! ¡Yo también! ¡Por culpa de este maldito estrés a mi mujer se le ha adelantado el parto! ¡Casi la pierdo! ¡A ella y a mi hijo! ¡Por favor, necesito saber que es él y que está bien!

- Caballero, lo entiendo perfectamente, pero nadie puede entrar...

Dani, sin saber por qué, empuja al policía a un lado, cayendo éste al suelo. Dani entra en la habitación como un vendaval, pero se detiene. Ahí estaba él, en la cama, enganchado a una máquina que le ayudaba a vivir. Dani se queda de piedra. De repente, sus rodillas comenzaron a temblar, sus piernas le fallaban y, finalmente, cae al suelo. Llorando. El policía posa su mano en su hombro. Su deber le pedía que esposara a aquel individuo, pero su corazón se conmovió con sus lágrimas. Le ayudó a levantarse y acomodarle en una silla.

- ¿Cómo...?

El policía comprendió la pregunta, a pesar de que apenas lograba articular palabra alguna.

- No debería contarle esto, pero... Según las investigaciones, su amigo iba por la calle cuando alguien le asaltó. No sabemos si opuso resistencia o no, pero lo que sí es seguro es que su atacante le hirió en el estómago. Según los médicos, le clavó una navaja de grandes dimensiones, pero no sólo una vez, sino varias. Han contado hasta seis cuchilladas. No se sabe muy bien, pero logró avanzar varios metros en su estado hasta caer inconsciente en un portal, donde una ambulancia había llegado para atender a una parturienta.

- Mi mujer...,- susurra Dani -. Pero,- ya estaba más calmado -, ¿qué hace la policía aquí?

- Su vida pende de un hilo, pero si logra salir de ésta, será el único testigo que podemos tener de un muy violento asaltante de la zona al que llevamos meses persiguiendo.

Dani se vuelve hacia Ángel. Llevaba tantos años con él que no conseguía concebir vivir sin él.

- ¿Me puede dejar sólo con él?

- Caballero, comprenderá que...

Dani no le hace caso. Se levanta y se acerca a la cama.

martes, 9 de marzo de 2010

CAPITULO 73

- Berta,- responde Dani, incrédulo -. No me vuelvas más loco de lo que estoy. Te lo pido por favor.

- No. Es verdad.

- Explícate.

- Cuando os llamé... Estaba de parto. Ya venía el niño. Pero los dolores eran tan fuertes que apenas podía mantenerme en pie. No sabéis el suplicio que estaba pasando. Era como si me partieran el alma en dos...

- Te comprendo, Berta,- Patricia le toma de la mano.

- Mientras me desahogaba gritando de dolor, unos golpes me llamaron la atención. Llamaban a la puerta. Estaba yo tirada en el suelo del pasillo, justo delante de la puerta, pero no podía moverme. Una voz de fuera me hablaba. Apenas lograba entender nada, pero logré contestar. "¡Estoy de parto! ¡Ayúdeme, por favor!" "¡Aguante, señorita! ¡Ahora llamo a una ambulancia!" Noté al hombre al otro lado de la puerta llamar a la ambulancia. No sé quién estaba más nervioso, si él o yo,- Berta sonríe nerviosa -. El caso es que no dejó de hablarme a través de la puerta. Me dio las fuerzas que me faltaban y logré abrir la puerta. El hombre pudo entrar y atenderme lo mejor que pudo. Me acomodó en el suelo, me trajo toallas húmedas, me limpiaba el sudor. Me hablaba. La ambulancia llegó a tiempo. El niño ya no esperaba más. Ya asomaba la cabecita cuando llegamos al hospital...,- Dani se abraza a Berta, lloroso. Berta también tenía los sentimientos a flor de piel. Dani la besa en la frente y se pierde en sus pupilas, sonriente.

- Perdóname por no haber llegado antes...

- Todo eso está muy bien,- les interrumpe Patricia -. Pero, ¿y lo de Ángel?

- Ángel...,- susurra Berta, entristecida -. Cuando llegó la ambulancia, me pusieron en una camilla y me bajaron a la calle. Pero cuando llegamos al portal...,- las lágrimas cortan su voz.

- ¿Qué?

- Ángel...

- ¿Qué pasó?

- Estaba en el suelo... inconsciente... con las manos y la camisa ensangrentados...,- no aguanta más y rompe a llorar, al tiempo que Patricia. Dani se lleva la mano al rostro, tapando su boca abierta, al tiempo que niega con la cabeza.

De repente, Dani se levanta y sale corriendo. Las mujeres le llaman para detenerle, en vano.

lunes, 8 de marzo de 2010

CAPITULO 72

Dani entra en la habitación de Berta. Patricia y ella hablaban tranquilamente. Berta estaba más calmada (quizá más por los calmantes que por Patricia). Dani entra sonriendo. Las dos mujeres le ven.

- ¿Qué te hace tanta gracia?-, le pregunta Patricia.

- Nada,- Dani seguía recordando -. No es nada...

- ¿Y mi pequeño?,- pregunta Berta, excitada -. ¿Has visto al pequeño?

- Sí, Berta,- Dani se acerca a Berta y la toma de la mano -. Está estupendo. Sólo tú podías crear algo tan hermoso.

Berta se sonroja.

- Bueno... Tú has aportado bastante...,- Dani la besa en la frente. Después, la mira tiernamente. Se pierde en sus pupilas mientras le aparta el flequillo. Dani junta su frente con le de ella y sonríe, cerrando los ojos. Pero su sonrisa se vuelve en risa nerviosa.

- ¿Se puede saber de qué te ríes?

- No es nada.

- Sí es algo.

- Bueno... Pero me llamaréis loco. Es que creo que me estoy obsesionando demasiado con lo de Ángel,- las dos mujeres se miran entre ellas, incrédulas -. Ya le veo por todas partes. Sin ir más lejos, ahora mismo, mientras volvía del nido, se me cruzó un enfermero empujando una camilla. Y me pareció ver a Ángel en esa camilla,- ríe nuevamente. Patricia muestra una mueca de incredulidad, pero Berta se sonroja.

- Veréis chicos...,- comienza a decir, tímida -. Debido al parto y eso, no os he podido explicar todo lo que pasó cuando os llamé...

Dani pierde la sonrisa y mira a Berta con los ojos como platos. Patricia sigue en su mundo de incredulidad.

- Dani...,- Berta perdía la voz por momentos -. Lo tuyo no es obsesión...

Dani y Patricia se acercaban cada vez más a Berta, más por no dar crédito a lo que estaban oyendo que por no poder oírla.

- Dani...,- seguía diciendo Berta -. Es posible que sí hayas visto a Ángel...

CAPITULO 71

Patricia estaba sentada al lado de la cama. Lloraba. Tomaba fuertemente la mano de una muy débil Berta, quien apenas podía mantener los ojos abiertos. Tenía la mirada fija en el techo. El pequeño Ángel llevaba varios minutos en su mundo, coloreando en un libro.

- Mi hijo, mi hijo...,- no paraba de repetir Berta en un hilo de voz. Patricia acariciaba su mano -. ¿Dónde está mi hijo? ¿Por qué no puedo verle?

- Berta...,- las lágrimas apenas la dejaban hablar a Patricia -. Dani está hablando con los médicos.

- Si no ha podido resistirlo, ¿por qué no me lo dicen ya?

- Ten en cuenta que ha nacido antes de tiempo...

- Dos meses. Sólo dos meses más...

- El estrés al que has estado sometida hoy lo ha acelerado todo... Tranquila...

- Dani... ¿Dónde está Dani? Le necesito...

Dani estaba hablando con los médicos que habían atendido el parto precipitado de Berta. Le permitieron pasar a una sala sólo por unos minutos. Se acercó a una incubadora. Ahí estaba, durmiendo plácidamente, con la respiración agitada. Parecía tan indefenso... Dani se acercaba lentamente. Por cada paso que daba, los sentimientos que guardaba en su interior conseguían más fuerza para salir. Cuando llega, las lágrimas consiguen aflorar de sus ojos. Dani siente un irrefrenable impulso de abrazarlo, de romper el cristal y estrechar al neonato entre sus brazos.

- El meu petit...,- susurra, acariciando el cristal -. Ya entiendo a Ángel cuando nació el hijo de Patricia...

De repente, Dani mira a su alrededor. Al ver que nadie le vigila, mete las manos en los huecos de la incubadora y acaricia suavemente a su pequeño, separador tan sólo por la goma de los guantes.

- Menudo susto que nos has dado,- le dice -. Cuando tu madre me llamó, me dio un vuelco el corazón. Corrimos todo lo que pudimos hasta casa, pero no estaba. Una vecina nos dijo que se la llevaron al hospital. Querías salir ya. Tienes la impaciencia de tu padre,- sonríe -. ¡Qué ganas tengo de que se pasen ya estas semanas y poder estrecharte entre mis brazos!,- las lágrimas vuelven a ganar la batalla.

Dani no puede más y deja al pequeño reposar. Se va llorando. Llorando por el nacimiento de su hijo. Llorando por el dolor de Berta. Llorando por no poder encontrar aún a Ángel. Ese día fue un día lleno de sentimientos, de sustos y de estrés. Casi pierde a su hijo y a su amada por querer encontrar a su desaparecido amigo. Llevaban ya todo el día sin saber nada de él. ¿Qué demonios le podía haber pasado? ¿Es posible que Ángel haya tenido la sangre fría de abandonar a Patricia? La amaba tanto... Es imposible. A Dani no le entraba en la cabeza que la dejara por su hijo. Él mismo vio, cuando nació, cómo Ángel se deshacía en caricias tanto hacia ella como hacia el pequeño. No. No podía ser. No era posible.

Mientras Dani seguía inmerso en sus sentimientos, un enfermero se cruza por su camino. La camilla que empujaba le llama la atención.

sábado, 6 de marzo de 2010

CAPITULO 70

- ¡Patricia! ¿Dónde está el niño?,- Dani hablaba lentamente.

- Algo dentro de mí me decía que lo hiciera, que era la solución de todo esto...,- Patricia no lograba alzar la vista -. Era algo más fuerte que yo...

- Patricia,- Dani estaba a unos milímetros de su rostro. Trataba de sonar tranquilo, pero lo disimulaba muy mal -. Tan sólo dime dónde está Ángel.

- No está. Ángel ya no está...

- Tu hijo, Patricia. ¿Dónde coño está?,- Dani dijo la pregunta entre dientes.

Patricia logró mirar a Dani a los ojos. El silencio se hizo entre ellos por unos segundos. Patricia no pudo más y estalló. Lloró. Lloró como nunca antes había llorado. Dani alternaba rápido su mirada entre los ojos de la rubia. Patricia, desesperada, levanta el brazo y señala en el horizonte. Dani vuelve el rostro deprisa y mira en la dirección señalada. A Dani le da un vuelco el corazón. Ve al otro lado del parque un pequeño montículo de arena. Se le hiela la sangre. Se levanta despacio y avanza lentamente hasta el montículo. Patricia oculta su rostro entre sus manos. Dani llega hasta el montículo. Su vista empieza a emborronarse. Cae de rodillas, sin fuerzas. Comienza a llorar.

- Patricia...,- piensa -. Pero, ¿qué has hecho?,- y agacha la cabeza.

De repente, una voz le llama la atención. No logra reaccionar a tiempo y lo siguiente que nota es un gran abrazo por el cuello. Dani se separa y lo ve.

- "Tito Dai".

Dani no sabe cómo reaccionar. Le tiene delante de él, sonriente, abrazándole por el cuello.

- "¿Te guta?",- pregunta el pequeño señalando el montículo, al que añade una nueva ración de arena.

Dani mira a Patricia. Sigue llorando. Se levanta. Toma al pequeño en sus brazos y se dirige a Patricia.

- No pude. No pude,- no para de repetir Patricia -. Cuando le miro, sus ojos me recuerdan a él. A Ángel.

Dani tiende su mano a Patricia, serio. Ella, avergonzada, responde dando su mano. Dani la levanta de un fuerte empuje y la abraza. De repente, suena su móvil. Dani responde.

- ¡Dani!,- la voz de Berta estaba llena de dolor.

- ¡Berta! ¿Qué pasa?

- ¡Está aquí!

- ¿Ángel?

- ¡No! ¡Tu hijo!

viernes, 5 de marzo de 2010

CAPITULO 69

- Dani...,- hasta la propia Berta se asustó de la intensidad con la que ella misma contestó cuando descolgaron por el otro lado.

- ¿Qué pasa Berta?,- Dani sonaba muy jadeante.

- Esto... Dani...

- ¡Díme Berta! ¿Qué pasa?,- sonaba también muy nervioso.

- Es Patri...,- Berta comenzaba a sollozar.

- ¿Qué pasa con Patri?,- el estrés le estaba atosigando.

Berta se sienta en el suelo y llora. Dani se para y se centra en el móvil.

- Berta, cielo, ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras? No quería enfadarme contigo, pero es que Ángel no aparece por ningún sitio...

- Ni Patricia...,- responde Berta con un hilo de voz.

- ¿A qué te refieres?

- No está...

- ¿Cómo que no está?

- Se ha ido...

- ¿Cómo que se ha ido?

- La dejé un momento sola para llamar a los hospitales y, al volver....

- Em cago en Déu,- se le oye susurrar entre dientes.

- Da...Dani...,- Berta no conseguía articular palabra. Estaba muy asustada -. También se ha llevado al pequeño...,- silencio -. Dani, ¿estás ahí?

- Sí, aquí sigo. Berta, cariño. Escucha. Tranquilízate y escucha,- Berta trata de tragarse el llanto -. Tú llama a la policía y diles que busquen a Ángel. Dales todos los detalles. Y, sobre todo, diles que desapareció hace tres días.

- Pero Dani, si fue esta mañana...

- ¡Tú hazlo!,- el grito de Dani asustó más a Berta -. Yo me encargo de Patricia, ¿vale?,- Berta asiente con la cabeza -. ¿Berta?

- Sí,- las lágrimas apenas la dejan responder.

- Nos vemos luego. Tú quédate en casa por si alguno de ellos aparece y me llamas, ¿vale? Un petó,- y cuelgan.

Dani mira en todas las direcciones sin saber. Primero su amigo, y ahora Patricia, con el niño. Es muy probable que vaya a hacer una locura. Pero, ¿por dónde empezar? ¿Dónde buscarla? Madrid es tan grande. Y, sin saber por qué, comienza a andar, a correr. Mientras, coge el móvil de Ángel y llama a Patricia.

- Veamos si llamándola desde el móvil de Ángel ella cree que soy él y me lo coge...,- pero no funciona.

Tras varios minutos corriendo sin parar por la ciudad, llega a una pequeña plaza tomada por un parque infantil. Está desierto, salvo por una figura sentada en uno de los bancos. Dani se queda parado, mirándola fijamente.

- Patri...,- susurra al tiempo que comienza a correr hacia ella -. ¡Patricia!

Cuando llega junto a ella, se arrodilla, ayudado por el resbalón en la arena. Le mira a los ojos, gachos. Le toma de los brazos.

- Patricia,- Patricia lloraba desconsoladamente -. Patricia. Soy yo, Dani. Patricia. ¿Me oyes? ¿Y Ángel? ¿Dónde está tu hijo?