viernes, 19 de marzo de 2010

CAPITULO 80

- Tengo dudas, Ángel,- responde Dani, con el miedo en la mirada -. Quiero a Berta más que a mi propia vida. Cuando te besé, no sentí nada. Esa era la señal de que me curé de ti, de que Berta ocupaba todo mi corazón. Pero aún...

- ¿Pero aún?

- No sé,- Dani se vuelve. Ángel posa su mano sobre el hombro de su amigo -. Ángel, amo a Berta. Pero creo que aún siento algo por ti.

- Pero si acabas de decirme que no sentiste nada al besarme.

- Y así es. Pero el verte así, en la cama de un hospital, tan desamparado... Y antes, buscándote por todo Madrid... No sé. Creo que algo nacía en mi interior. Algo que creía desterrado de mí, pero... No sé cómo explicarlo mejor...

- Dani. No luches contra ello. Haz que razón y corazón lleguen a un acuerdo. ¿Qué te dicen?

- ¡Ahí está el problema!,- Dani se vuelve a Ángel de repente -. ¡No sé lo que me dicen!

Dani comenzaba a ser pasto de las lágrimas. Salían de sus ojos como torrentes. Ángel le limpia el rostro con sus pulgares al tiempo que le sostiene entre sus manos. Dani se agacha y llora sobre su hombro. Ángel le abraza por unos instantes, hasta que le levanta, le mira fijamente a los ojos y le besa profunda y apasionadamente. Dani, al principio, se queda como petrificado, pero termina por dejarse llevar y se funde con su amigo en un acalorado beso, que es interrumpido por una pequeña tos. Los dos se separan y miran tras de sí. El policía mira por la ventana. Ángel y Dani se sonrojan.

- Dila a Paty que entre,- responde Ángel a su amigo.

- Pero...

- Tú hazlo. Y vete con Berta, que estará sola.

Antes de despedirse, se dan un gran abrazo. El policía sigue a Dani con la mirada hasta la puerta. Patricia estaba sentada en una silla, delante de la puerta. Cuando ésta se abre, Patricia se levanta rápidamente.

- ¿Qué ha pasado?,- Patricia estaba al borde de la locura. Dani no podía hablar ni levantar la mirada del suelo. Tan sólo logró mover la cabeza, señalando la puerta, que había dejado entreabierta. Patricia, como hipnotizada, avanza hasta la puerta, entrando en el cuarto. Dani avanza por el pasillo, apesadumbrado, como pensando. Pero esos pensamientos son interrumpidos por un grito. Dani sonríe mientras mira hacia atrás por un segundo.

- Seguro que ahora Patricia lo está devorando a besos.

Dani llega a la habitación de Berta. Cuando entra, se queda parado en el alféizar de la puerta. Ahí estaba ella, en la cama, leyendo un cuento al pequeño Ángel.

- ¡Dani!,- exclama Berta, al verle -. ¿Qué ha pasado? ¿Le has visto? ¿Y Patricia?

Dani calla. No dice nada. Tan sólo toma fuerzas para avanzar, decidido, hasta Berta y besarla lo más profundamente que sabe.

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