lunes, 8 de marzo de 2010

CAPITULO 71

Patricia estaba sentada al lado de la cama. Lloraba. Tomaba fuertemente la mano de una muy débil Berta, quien apenas podía mantener los ojos abiertos. Tenía la mirada fija en el techo. El pequeño Ángel llevaba varios minutos en su mundo, coloreando en un libro.

- Mi hijo, mi hijo...,- no paraba de repetir Berta en un hilo de voz. Patricia acariciaba su mano -. ¿Dónde está mi hijo? ¿Por qué no puedo verle?

- Berta...,- las lágrimas apenas la dejaban hablar a Patricia -. Dani está hablando con los médicos.

- Si no ha podido resistirlo, ¿por qué no me lo dicen ya?

- Ten en cuenta que ha nacido antes de tiempo...

- Dos meses. Sólo dos meses más...

- El estrés al que has estado sometida hoy lo ha acelerado todo... Tranquila...

- Dani... ¿Dónde está Dani? Le necesito...

Dani estaba hablando con los médicos que habían atendido el parto precipitado de Berta. Le permitieron pasar a una sala sólo por unos minutos. Se acercó a una incubadora. Ahí estaba, durmiendo plácidamente, con la respiración agitada. Parecía tan indefenso... Dani se acercaba lentamente. Por cada paso que daba, los sentimientos que guardaba en su interior conseguían más fuerza para salir. Cuando llega, las lágrimas consiguen aflorar de sus ojos. Dani siente un irrefrenable impulso de abrazarlo, de romper el cristal y estrechar al neonato entre sus brazos.

- El meu petit...,- susurra, acariciando el cristal -. Ya entiendo a Ángel cuando nació el hijo de Patricia...

De repente, Dani mira a su alrededor. Al ver que nadie le vigila, mete las manos en los huecos de la incubadora y acaricia suavemente a su pequeño, separador tan sólo por la goma de los guantes.

- Menudo susto que nos has dado,- le dice -. Cuando tu madre me llamó, me dio un vuelco el corazón. Corrimos todo lo que pudimos hasta casa, pero no estaba. Una vecina nos dijo que se la llevaron al hospital. Querías salir ya. Tienes la impaciencia de tu padre,- sonríe -. ¡Qué ganas tengo de que se pasen ya estas semanas y poder estrecharte entre mis brazos!,- las lágrimas vuelven a ganar la batalla.

Dani no puede más y deja al pequeño reposar. Se va llorando. Llorando por el nacimiento de su hijo. Llorando por el dolor de Berta. Llorando por no poder encontrar aún a Ángel. Ese día fue un día lleno de sentimientos, de sustos y de estrés. Casi pierde a su hijo y a su amada por querer encontrar a su desaparecido amigo. Llevaban ya todo el día sin saber nada de él. ¿Qué demonios le podía haber pasado? ¿Es posible que Ángel haya tenido la sangre fría de abandonar a Patricia? La amaba tanto... Es imposible. A Dani no le entraba en la cabeza que la dejara por su hijo. Él mismo vio, cuando nació, cómo Ángel se deshacía en caricias tanto hacia ella como hacia el pequeño. No. No podía ser. No era posible.

Mientras Dani seguía inmerso en sus sentimientos, un enfermero se cruza por su camino. La camilla que empujaba le llama la atención.

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