Dani se agacha raudo junto a Patricia.
- ¿Qué te pasa, Patri?
Patricia, inesperadamente, se deshace de él de un brusco movimiento de hombro y le da la espalda, volviendo a llorar amargamente.
- ¿Se puede saber qué te ocurre?,- Dani no salía de su asombro -. ¿No estás contenta de saber dónde está Ángel, a pesar de su estado?
- No me hables...,- susurra Patricia entre lágrimas.
Dani intenta abrazarla nuevamente, pero vuelve a ser rechazado por la rubia. Patricia se levanta, siempre dándole la espalda. Dani se queda sentado en el suelo, perplejo.
- ¿Qué te hecho?
Patricia sonríe cínicamente.
- ¿Que qué me has hecho? ¿Y todavía te atreves a preguntármelo?
- De verdad, Patricia. No te entiendo. Explícate mejor o...
- Dani,- se vuelve hacia él -. Que te he visto.
Un escalofrío recorre su espalda. Dani se asusta de la mirada seria de Patricia. Una mirada apática, pero a la vez llena de sentimientos. De agrios sentimientos hacia el catalán.
- Paty...,- susurra él.
- Te seguí hasta la habitación,- un sudor frío aparece sobre la frente de Dani -. Berta me dijo que no lo hiciera, que esperara a tu llegada para saber si debía ver a Ángel, pero no la hice caso...,- vuelve el rostro -. Si lo hubiera hecho...,- susurra para sí. Vuelve a Dani -. Cuando te vi entrar en la habitación, me detuve. No sabía si debía seguir, entrar o volver con Berta... Llegué hasta la puerta, pero no me atreví a abrirla. Me quedé quieta, como un pasmarote, hasta que abrí la puerta, en silencio. Tenía miedo de cómo encontrarme a Ángel. Entré en cuclillas. Te oí hablarle. Te vi llorar. Te vi...,- los ojos de Patricia iban poco a poco mostrando el resentimiento y la tristeza que se mezclaban en su interior. El rostro de Dani se contrajo al final en una mueca de tristeza y arrepentimiento -. Pero luego oí que alguien estaba en el baño y salí.
- Patri...,- le dice, al tiempo que intenta abrazarla, pero ella se vuelve de nuevo, enojada -. Perdóname. No quería hacerlo. No quiero heriros. Ni a ti, ni a Ángel... Ni a mí...
- ¿Y Berta? ¿Qué pasa con ella?,- la voz de Patricia sonaba imperiosa, a pesar de las lágrimas.
- ¡La amo!
- No seas tan cínico...
- ¡En serio! ¡La amo de veras! Nunca antes me sentí tan bien y tan a gusto con nadie.
- Entonces, ¿a que vino aquello?
- Paty...,- posa su mano en el hombro de ella, pero Patricia sigue con su enfado -. Por favor, Patricia. Escúchame.
Patricia se vuelve lentamente para mirar a Dani a los ojos.
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