domingo, 24 de enero de 2010

CAPITULO 40

Ángel comenzó a recordar su infancia, su juventud, su vida junto a Dani. En aquella Barcelona olímpica, llena de veinteañeros con crestas verdes y melenas rosáceas, rostros taladrados y chaquetas de cuero y chinchetas. Ángel y Dani estaban en el último año de E.G.B., y se ilusionaban con ser como aquellos "chicos mayores" que parecía no tenían problemas. Siempre divirtiéndose en la calle, yendo a las discotecas y bebiendo cerveza hasta caer rendidos. Les parecía una gran vida, una vida que ansiaban tener cuando superaran la barrera de los dieciocho años. Pero para eso aún les quedaban cuatro años más... Los cuatro años de lo que esos chicos mayores llamaban B.U.P. y C.O.U.

Pero no les preocupaba en absoluto aquel cambio que se les acercaba. Lo necesitaban. Les encantaba estudiar, aprender cosas nuevas. Dani consiguió abandonar su infantil sueño de ser futbolista por el del periodismo. Le vino la "llamada", como siempre decía él, al ver por la televisión los reportajes a pie de calle que se hacía sobre la que estaba siendo llamada como la "Guerra del Golfo". Ángel, por otra parte, aún no tenía muy decidido qué carrera escoger el día que le tocara ir a la Universidad. Realmente le interesaba otro camino, pero aún se encontraba en medio de una disyuntiva: seguir con el oficio familiar y estudiar en serio piano, o matricularse en algún curso de actuación.

Aquellos recuerdos eran tan bonitos...

Una mano se desliza por su torso, de uno de los costados hasta el hombro contrario. Otra mano realiza el mismo camino, solo que bajando del mismo hombro. A medida que se acercan a su meta, le aprisionan cada vez más. Una barbilla se posa en el hombro. Una dulce voz le saca de sus sueños y secan sus ojos.

- ¿Con quién hablabas?,- la voz de Patricia recién levantada sonaba tan sensual...

- ¿Eh?,- Ángel seguía atrapado en sus pensamientos -. Nada... Era Dani...

- ¿Qué tal se encuentra?

- Bien, bien...

- No lo parece diciéndolo con ese tono tan tristón,- le besa en la mejilla.

- Es que estaba pensando en mis cosas...,- Ángel casi se evade, pero reacciona -. Ha pasado la noche con Berta.

- ¿No me digas que han...?,- Patricia pareció haberse despejado al momento.

- No, no. Según él no ha pasado nada. Sólo han hablado...

- Oye, ¿y por qué no quedamos los cuatro y hablamos?

- Me parece una buena idea. Acababa de acordar con Dani hablarlo más tarde. Podríamos comer en algún sitio y hablarlo,- el rostro de Ángel reluce como nunca. Toma el móvil y marca. Mientras suenan los tonos, Ángel sujeta el móvil entre su cara y su cuello y busca su calzón -. ¿Dani...? Soy yo... Mira, si no te importa, podríamos quedar luego los cuatro, para comer... Sí, Patricia y Berta también... Espero que no te moleste,- encuentra su calzoncillo y se lo pone sentado en la cama -, y que lo que tengas que decirme puedas decírselo a ellas también...,- saluda a Patricia mientras sale de la habitación. Patricia le mira externamente feliz, aunque por dentro se sentía mal...

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