Patricia corretea alegremente por la casa hasta llegar a la puerta. Con una sonrisa que no la cabía en la cara, abre la puerta, pero esa sonrisa al momento desaparece.
- ¡Hija! ¡Qué recibimiento, por Dios! ¡Los esquimales son menos fríos!,- Patricia se queda inmóvil -. ¿Puedo pasar?
Patricia asiente cabizbaja. Saluda a su invitada con unos besos y cierra la puerta.
- ¿Se puede saber qué te pasa?,- se sienta en el sofá del salón
- Perdona, Berta. Es que pensaba que eras Ángel...
- Ah, pero... ¿No está?
- Ha ido a comprar algo para el desayuno. Y estaba pensando en nosotros dos, y, al oír la puerta, pensaba que eras él...
- E ibas a comértelo,- le interrumpe su amiga. Le acaricia el cabello -. No te preocupes. Vendrá en un momento... ¡Ay, ojalá tuviera yo un hombre como Ángel!
- ¡Berta!,- a Patricia se le subió el rubor.
- Sí, que vaya temprano por la mañana a comprar el desayuno, me cuide y me mime...
- ¿Dani no es así?
- No mucho, chica. Sí que está siempre encima mío por lo del embarazo y eso, pero... ¿seguirá igual cuando el niño nazca?,- Berta mira su abultado vientre.
- Si te ama, seguro que sí,- Patricia la toma de las manos. Las dos sonríen.
- Eso espero.
- Oye, ¿y Dani?
- Pues buscando sitio para aparcar. Es que, chica, os habéis venido a un barrio muy malo para aparcar. Está todo lleno de coches.
Patricia y Berta siguieron conversando toda la mañana. Dani apareció poco después. Los tres hablaron entre ellos de todo un poco, pero, sobre todo, del bebé. Del de Patricia y Ángel y del de Berta y Dani. Patricia les miraba a los dos. No sabe de dónde se sacó esa idea Berta. Si Dani se ve a la legua que la ama con todo su ser. Siempre atento a ella, no dejándola apenas moverse. Si Berta necesitaba algo, él iba raudo y veloz a por ello, aunque fuera algo que ella misma tuviera al alcance de la mano.
Así se pasaron toda la mañana hasta que se oyeron dar las dos de la tarde.
- ¡Qué tarde es ya!,- exclama Berta, levantándose -. Nos vamos a casa a comer. Os dejamos solos. Ya hablamos luego.
- Quedaos a comer, que no pasa nada.
- No queremos molestaros...
- Si no es molestia...
Patricia les acompaña hasta la puerta.
- Dale recuerdos a Ángel,- responde Dani.
Patricia se sorprende. ¿Ángel?
- ¡Es cierto!,- exclama Berta -. ¿A dónde ha ido, que no ha aparecido en todo el día?
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