viernes, 19 de febrero de 2010

CAPITULO 63

Patricia no se podía creer lo que estaba escuchando. Ángel estaba adoptando a su hijo como propio. Pero había algo más en esa afirmación, algo que Patricia entendió a la primera, pero no quería comprender. Más bien, quería oírlo de la boca de Ángel.

- ¿Qué me quieres decir, Ángel?

- ¡Paty!,- Ángel no salía de su asombro.

- Dímelo, Ángel,- Patricia fingía muy bien el no comprender nada.

- ¡Oh!,- Ángel mueve los brazos desesperado al tiempo que camina sin rumbo por la habitación -. Eres desesperante...

- Ángel...,- Patricia no apartaba la vista de él.

- Patricia. Ya sabes a lo que me refiero. No me lo hagas decírtelo, porque no puedo, no voy a poder. No seré capaz de decirlo.

- Si te armas de valor seguro que sí,- Patricia mira al bebé, dormido en su cuna. Ángel la mira. Luego mira al bebé. Se acerca a la cuna. Sonríe.

- Me gustaría cuidarle siempre,- susurra -. Quiero verle gatear por la casa, quiero ser testigo de sus primeros pasitos, de su primera palabra. Quiero verle reír. Quiero darle el biberón. Quiero que me despierte por la noche con sus llantos. Quiero enseñarle a leer, a escribir. Quiero que me enseñe sus notas del colegio y castigarle por suspender. Quiero hablar con él de chicas. Quiero que me coja el coche sin permiso. Quiero que se escape de casa por la noche cuando le castiguemos. Quiero enfadarme con él por llegar tarde, borracho y fumado. Quiero que nos mande a la mierda y diga que no le entendemos. Quiero, en definitiva, que sea mi hijo.

- Pues hay un sólo camino para ello,- responde Patricia, mirándole a los ojos. Ángel le mira a ella. Primero asombrado, luego avergonzado. Baja la mirada -. Dímelo, Ángel. Dímelo y te aseguro que todo lo que deseas se hará realidad. Dímelo, y serás felizmente infeliz.

- ¿Felizmente infeliz?

- Sí. Discutirás siempre con él cuando sea más mayor, pero porque es lo normal. Dímelo, y te aseguro que se te cumplirá tu deseo.

Ángel mira al bebé en silencio. Patricia alterna sus ojos entre Ángel y el bebé. Ángel acaricia la dulce cara del neonato, sonriendo.

- Si de verdad quieres a mi hijo,- continúa ella -, la única posibilidad es la adopción... Aunque si coger este camino, debes aceptar una condición...

Ángel sigue en silencio, mirado al pequeño.

- Patricia,- la voz del catalán pendía de un hilo. Mira a Patricia -. ¿Quieres casarte conmigo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario