sábado, 13 de febrero de 2010

CAPITULO 59

Patricia abre los ojos suavemente. La pesadilla que acaba de tener la ha desvelado. Pero no era una pesadilla fuerte; por eso se despierta lánguidamente, sin sobresalto alguno. Apenas logra percibir nada de su alrededor, salvo los finos rayos del sol matutino que se colaban por la persiana. Gira su cabeza para ver el despertador. Hacía pocos minutos que dieron las diez de la mañana. Suspira. De repente, se acuerda de su amiga. Quiere llamarla. Seguro que ya está despierta a esa hora. Tantea sobre la mesilla en busca de su móvil, pero abandona. Abandona por dos motivos: acaba de recordar que su móvil está en el salón, y que ella misma se imagina llamarla y descubrir entonces que Berta está... "ocupada". Patricia imagina el momento. Ella llamando a Berta mientras ésta está con Dani. Esa imagen la hace reír tímidamente, al tiempo que se tapa el rostro con la sábana, avergonzada.

Vuelve a girar la cabeza. Y ahí le ve. Recostado en la silla. Patricia sonríe. Se ensimisma en la imagen que ante ella aparecía. Estaba tan guapo así... Entonces, de su interior, aflora una lágrima, un sollozo. Patricia se tapa con la manta. Intenta acallar ese torrente de sentimientos que empezaba a invadirla. Ángel, a pesar de estar dormido, abre los ojos. Cuando él duerme, ni una guerra en pleno apogeo lograría despertarle, pero un simple sollozo le desveló por completo. Se abalanza sobre Patricia, abrazándola y descubriendo su cabeza del interior de la cama.

- ¡Patricia! ¿Estás bien? ¿Te pasa algo? ¿Te duele algo?

Patricia le abraza fuertemente, a duras penas abre los ojos, le mira fijamente y logra que su voz esquive la tristeza.

- No pasa nada, Ángel.

- Entonces, ¿por qué lloras?

- Lloro porque soy feliz.

Ángel pone mueca de no entender nada, pero le devuelve el abrazo a su compañera.

- Lloro por Dani y Berta,- le cuenta al oído mientras dura el abrazo -. Lloro por nosotros. Lloro porque ya no podía aguantar más.

- Pues a partir de ahora,- responde él -, vas a guardar esas lágrimas bajo siete llaves, porque no volverás a llorar en la vida mientras yo siga a tu lado.

Tras el abrazo, vuelven a mirarse a los ojos. Ángel retira los mechones que caían sobre el rostro de Patricia. Sonríen. Sonríen dejando ver una mueca entre feliz y triste. Están los dos a punto de llorar... pero de alegría. Ya era hora de que el destino les dejase respirar tranquilos durante un momento. Ángel se mete con ella en la cama mientras la llena el rostro de besos. Baja hasta posar su rostro sobre el vientre de la rubia, abrazándose a ella hecho un ovillo. Parece un bebé... Patricia le acaricia el cabello maternalmente.

- Te lo juro,- susurra Ángel -. Estaré a tu lado siempre.

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