sábado, 13 de febrero de 2010

CAPITULO 58

- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?

Ángel estaba nervioso, peleando con Patricia, quien monopolizaba la mirilla. La rubia presentadora le chistaba.

- ¡Oh, Dios mío!,- exclama susurrante -. ¡Dani se ha arrodillado!

- ¡Déjame ver!

- ¡Y ahora Berta! ¡Los dos están de rodillas!

- Pero, ¿qué más? ¡Qué más!

- Se van. Ya se van...,- de repente, se oye un gran golpe. Patricia lanza un grito, ahogado por sus propias manos. Ángel la mira sorprendido. Patricia ríe.

- Lo sabe,- le dice al enano -. Sabe que les estábamos espiando.

Patricia y Ángel se sonríen. El rubor conquista sus mejillas.

- ¡Eh!,- un grito desde la puerta del salón les reclama -. ¿Dónde está la protagonista?

- ¡Ya voy, Miki!

Patricia y Ángel por fin pueden disfrutar de la fiesta en todo su esplendor. Dani y Berta han vuelto. Patricia está recuperada de su desmayo. Ángel está feliz a su lado. La fiesta avanza hasta la noche. Algunos invitados abandonaron la casa pronto, debido, sobre todo, al directo imperdonable de sus programas. Otros lo hacían por el madrugón que les esperaba al día siguiente. Sin embargo, el ambiente no decayó un sólo instante. Todos charlaban distendidamente. En ciertos momentos hubo halagos a la pucelana. Halagos, abrazos y besos. Muchos besos. Patricia se sentía un poco incómoda, pero, ¡qué diablos! Un día es un día, ¿no?

Y llegó la medianoche, casi sin darse cuenta. En la casa ya apenas quedó gente: Patricia, Ángel, Miki, Paula y Patxi. Acababan de despedir a Mamen, quien no se perdonaría nunca si presentaba las noticias del día siguiente con sueño. Y a Berto también, quien tenía que grabar el programa por la mañana. Todos hicieron un pequeño corro sentados en el sofá del salón. Ángel no conseguía evitar mirar a Patricia. Su mirada brillaba. Brillaba más que nunca. Sin duda, después del susto del hospital, ha vuelto a ser la misma. Al cabo de unos instantes, Patricia se levanta del sofá, pero vuelve a sentarse. Parpadea nerviosa.

- ¿Te ocurre algo?

Todos la miraban preocupados.

- No... no es nada... Tranquilos...,- Patricia se daba aire agitando su mano cerca de su rostro.

- Estás muy pálida.

- No es nada... De verdad... Tan sólo que me ha dado un pequeño mareo, pero estoy bien...,- comenzaba a sudar.

Ángel corre a por una de las pastillas que el médico la recetó, al tiempo que Miki la toma de la mano y Patxi abre la ventana del salón. Paula llena un vaso con agua. Ángel vuelve y le da la pastilla. Patricia se la toma con ayuda del agua. Se recuesta sobre el respaldo del sofá.

- Estoy bien. Tan sólo es que me siento un poco cansada.

Paula y Patxi la besan en las mejillas y se despiden.

- ¿Quieres que me quede?,- pregunta Miki.

- Tranquilo Miki, estoy bien,- le responde Patricia -. Esto se pasa con ocho horas de sueño reparador.

- Yo me quedo Miki,- continúa Ángel -. Tú puedes irte ya a casa.

- Cuídamela bien, ¿eh, Ángel?,- le dice al tiempo que se levanta. Besa a Patricia en la mejilla y se va, con cierto malestar anímico.

- ¿El bebé otra vez?,- le pregunta Ángel, cuando están totalmente solos. Patricia afirma con la cabeza.

- Este niño ya viene dando guerra,- sonríe Patricia.

La ayuda a levantarse y la acompaña hasta la cama. Cuando está metida en la cama, Ángel se niega a meterse con ella. Prefiere quedarse en una silla, vigilando.

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