domingo, 27 de diciembre de 2009

CAPITULO 12

En los días siguientes, el estado anímico de Ángel iba cada día peor. Se obsesionaba cada día más con aquella noche, con el horror reflejado en los ojos de Patricia. No podía quitárselo de la cabeza. Y esto afectaba no sólo a su ser, sino a todo lo que le rodeaba. Su relación con Emma cada día se enfriaba más, hasta el punto en que llegaron a discutir acaloradamente un par de veces. En el programa se le notaba distante, además de apático. Y aquello se reflejaba en su sección. No podía mirar a Patricia a la cara, cuando hablaba con ella, era susurrante y tartamudeando. Cuando en el edificio la veía, él rápidamente salía de la sala donde estuvieran para no encontrarse con ella. Aun así, quería zanjar el asunto que tanto tiempo le estaba carcomiendo por dentro y que no le dejaba vivir. Llegó a tener pensamientos tan extremos como abandonar el programa... o algo peor.

Todos los que le rodeaban le veían siempre cabizbajo, muy demacrado. Todos dieron por hecho que se trataba de su relación con Emma, ya que todos sabían que estaban atravesando un bache sentimental (aunque desconocían el verdadero motivo). Pero se negaban a preguntarle, ya que o recibían la callada por respuesta, o Ángel les contestaba con desvaríos.

Y así durante toda la semana.

Por ello, la dirección del programa decidió adelantarle sus vacaciones para que se quedara en casa y encauzara su vida de nuevo. A Ángel no le gustó esa opción al principio, pero gracias a la mediación de sus amigos, aceptó a regañadientes darse unos días de descanso. Aunque él sabía que ese descanso iba a tardar mucho en llegar.

Y ahí estaba él, en el sofá de su casa, con la mirada ida, dirigida a la televisión apagada, y su cerebro fijado en Patricia. Emma trataba por todos los medios de ser tolerante con él y no agobiarle a preguntas sobre su estado, pero es que Ángel apenas le dirigía la palabra. En más de una ocasión estuvo ella a punto de llamar a un psicólogo, pero se arrepentía al momento.

- No creo que sea para tanto,- pensaba siempre para sí -. Sólo necesita amor. Necesita que le quieran, que le escuchen,- y se pasaba largas horas a su lado sin hablar.

Una noche, Emma, sentada a su lado, después de largas horas mirándole maternalmente, no resiste más y le acaricia la mejilla.

- ¿Qué es lo que te pasa?,- susurra mientras sus pupilas se empañan de amarga tristeza.

Ángel, por primera vez desde sus vacaciones forzadas, reacciona. Se vuelve hacia Emma, la mira a los ojos, imita su gesto y se abrazan. Y en silencio se desahogan.

- Perdona por todo lo que te he estado haciendo pasar estos días,- responde al fin el catalán -. Estaba inmerso en unos pensamientos que me tenían obsesionado. Pero gracias a Dios que la luz de tus ojos me ha sacado. Tan sólo necesitaba asomarme a ese fulgor para poder salir,- y se fusionan en un apasionado beso. Su deseo y pasión hacia Emma había renacido.

Con la alegría invadiendo su cuerpo, regresa a los estudios. Habían transcurrido dos eternas semanas, pero Ángel ya volvía a ser el mismo. Es más, por primera vez desde entonces se encontró con Patricia y la saludó de la manera más amistosa. Prácticamente había desterrado de su memoria aquella aciaga noche...

Aquel mismo día, mientras Ángel paseaba por los pasillos del edificio para dirigirse a producción para terminar de montar un vídeo, se encuentra con Patricia saliendo del baño, llorando. Ángel se le queda mirando mientras la rubia desaparecía por una puerta al otro lado del pasillo. Ángel la llamó un par de veces, pero no le hizo caso. Picado por la curiosidad, entra en el aseo femenino, no sin antes llamar a la puerta. Al no recibir contestación, entra, con cierto sonrojo. El suelo estaba lleno de bolas de papel. Sin duda, Patricia los había usado. Ángel los recoge y los echa a la papelera, pero dentro de ésta encuentra algo que le desconcierta por completo.

1 comentario:

  1. xq hablas puro de angel y entoncs patricia q le daba igual q hacia la paty xd

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